Saludos cordiales, sonrisas.
-¿Qué has hecho? ¿Cómo has estado? ¿En qué escuela estás?
-Música, dije, mientras sonreí tratando de ocultar el orgullo y la satisfacción.
-¿En serio? ¿Y no se infartaron tus papás? ¿No se volvieron locos? -preguntó, ella, con su vocecita delicada y tan fresa como siempre, pero que de alguna manera nunca me molestó.
-Sehp. ¿Y tú?
-En la FECA
Me sonrojé, le sonreí y desvié la mirada.
-¿Y tus papás cómo están?
-Bien, Mamá sigue trabajando en la primaria. Mi papá se volvió escritor -dije, titubeando todavía ante la idea de presentar a mi padre de esa manera.
-¡¿En serio?! Se le veía mucho. Bueno, a mi se me hacía, siempre se me hizo que tenía traza de escritor, por cómo hablaba. Tu también leías mucho, sabías un montón de cosas. Yo como casi no me gustaba te pedía prestados los que fueran de ángeles y cosas así, que pudiera entender, jaja.
"Qué raro. Me conoce, lo que me gusta, lo que hacía, cómo pensaba, cómo era mi entorno. Pero si han pasado ocho años de eso..." Pensé, aunque, en algún lugar de mí, me alegraba muchísimo tener a una persona que lo hiciera; que me conociera de entonces y pudiera entenderme ahora.
No supo que las sonrisas que le di me nacían desde adentro.
O quién sabe...