-Disculpe, tengo que irme.
-¿Ya? -inquirió- ¿Y la siguiente canción? ¿La toca Lorena?
-Sí, las últimas dos las toca ella.
-Bueno, mija, entonces nos veremos mañana, ya lista para irnos -alzó la voz y anunció para todos- Acuérdense de que el camión llega a las diez de la mañana, y tienen que estar aquí. También a las muchachas, a ver si nos ayudan haciendo unos sándwiches para comer en el camino.
¿Perdón, qué? ¿Por qué le pide eso a "las muchachas"? Son sándwiches, por el amor de Dios, una gallina puede hacer sándwiches (*). Entendería que pidiera que nos dividiéramos las tareas, o que fueran platillos complicados, pero, no diga usted pavadas.
El director volteó a verme.
-A ver si pueden ayudarle a la maestra Susy a hacerlos, como unos cuarenta sandwiches para todo el ensamble.
¿Si sabe que somos como cuatro mujeres en un ensamble de alrededor de catorce personas, verdad? ¿Si sabe que el hecho de asumir que sólo las mujeres pueden hacer trabajo de cocina es sexista y discriminatorio no sólo hacia las mujeres sino hacia los hombres, suponiendo que no pueden?
Cualquiera que me conociera bien hubiera visto en mi cara la incredulidad, el sarcasmo y la negatoria a su petición en cuanto dijo eso.
-¿Sí? -me preguntó directamente.
Sé que no lo hace por mala persona, sé que es su manera de pensar, hogareña y a la antigua, pero, lo siento, no, ¿quién le dijo que yo sabía cocinar, eh? ¿que no sabe usted que en realidad hombres en este ensamble que saben hacer mejor comida que la mía?
Le sonreí y sin decir nada evadí la pregunta con otra y luego me fui.
Normalmente me hubiera ofrecido sin chistar, porque me encanta ayudar, pero también soy
Comencé a pensar al respecto. No pienso cocinar por ser mujer, sino porque me guste, quiera o necesite (bien, bien, más de la última que de otra cosa), y aunque de buenas a primeras piense "no le voy a cocinar a mi marido/a", la verdad es que, si me pienso a mí misma amando a alguien lo suficiente como para querer vivir mi vida a su lado en una unión mayor, muy probablemente me vaya a gustar hacerlo: cocinar para la persona a la que amo. "Quizás eso es lo que hacen las mujeres casadas" pensé, pero mi mente también revisó el escenario "todo lo que me resta de vida" y encontré muchísimos huecos en los que ordenaría pizza, querría que alguien más cocinara o comiera en otro lado, así pues, decidí repartir las tareas.
Tu, mi querida persona: te amo, es por eso que escogí estar a tu lado, y es porque te quiero, y a mí también, que cocino por gusto, y espero que tu también. Y si alguna vez no coincidimos, ordenaremos comida a domicilio.
Es el futuro que te ofrezco.
(*) No es cierto.
Parte de mi filosofía de vida.