domingo, 27 de noviembre de 2011

¿Sin comentarios?


Últimamente he pasado poco tiempo en blogspot.

Hay tres razones por las que vengo por aquí: a escribir, a leer a la gentecita mona a la que sigo, y actualizarme con los poquísimos bloggers que leo.

Tengo la maña de escribir sólo cosas que puedo redactar como si fuera una narración o cuento; cuando me ha pasado algo o tengo muchas cosas en la cabeza que quiero sacar (de ahí el nacimiento del tag "para que quiero amigos si tengo blog" *coughcoughblushblush*). Como ya estoy acostumbrada, me da quiénsabequé escribir cosas triviales y mundanas sin una redacción toda dramática con descripciones náis y así (a menos que sean lolipackages). He de decir que al leer a las chicas a las que sigo y ver como ponen fotos de sus vidas o hablan con soltura como si platicaran me da un poco de envidia y siento que soy muy complicada y debería aprender de ellas (una vez más, como tres veces he intentado hacer de este un blog que hable sobre cosas simples y nomás no me sale...).

Por otra parte, las personitas monas a las que sigo se han puesto a escribir poesía. *sigh* No tienen una idea de cuánto no me gusta esa madre; simplemente no me permito comentar, pienso "¿Le serviría de algo a esta persona saber lo que realmente pienso de su entrada?" no soy grosera con los sentimientos de las otras personas, y entiendo el sentimiento e intención del texto, pero es la manera lo que me hace darle la vuelta.

¿Pero está eso bien?
Creí que al no dar mi opinión sincera, por no ser halagadora, sería grosero para con los autores, pero, ¿no comentar está realmente bien? ¿no estoy dándoles luz verde para que sigan haciendo lo mismo? Normalmente no digo nada que no se me pregunte, pero no me gusta que lo hagan conmigo, porque me gustan las críticas constructivas, y realmente aprecio consejos y ayuda para guiarme en las cosas que tengo inciertas, pero no estoy segura de si así sean las demás personas.

Esto no es únicamente de los bloggers que sigo, sino como parte de un principio personal. ¿En dónde acaba el consejo y comienza el husmeo?
Depende de quien lo dé y lo reciba, y la teoría la tengo muy bien hecha. Sé claramente mis medidas: qué, cómo, dónde y con quién comentar; de quién, de qué manera, y qué consejos recibir; hasta qué punto puedo defender mi postura antes de caer en lo testarudo, o en qué momentos estoy cediendo demasiado (que no digo que no haya veces que no sepa, pero en la mayoría de los casos sé cómo actuar o juzgar), pero al pensar en las de los demás, y en el hecho de que puedan chocar con las mías, se vuelve todo incierto.

Y quién sabe... tal vez sólo deba... ¿preguntar?