jueves, 16 de febrero de 2017

Turisteo local

En mi segunda visita a Durango en diciembre, hice espacio para estar más tiempo allí, y lo aproveché para compartir con la gente que quiero. Una cosa importante era ver a Rodrigo, porque es el que siempre se me queda atrás porque maldito músico ocupado. Salimos a cenar, a pasear, seguimos viendo Game of Thrones aunque ya no le teníamos fe y me llevó a una panadería muy bella~




jueves, 9 de febrero de 2017

Regalos

Rodearte de niños cuando eres un adulto me lleva a comparar con mi propia infancia. Los juegos, la manera de relacionarse, los nuevos chistes, las cosas que les importan, cómo hablan a sus padres. Luego, veo a los adultos y todo lo que quieren hacer por sus hijos. Mi hermana y pareja hablan acerca de lo que quieren sus hijos; "Emilio trae mucho eso de que le gustan las naves espaciales", y toda esa temporada buscan y buscan en jugueterías, preguntan a conocidos, les dicen a los tíos y padrinos y ahí estamos todos, parando la vista en búsqueda de la fulana nave espacial. Quizás lo que me llame más la atención sea que no hay ocasión especial para celebrar la búsqueda o encuentro del regalo, es sólo regalar porque hay amor.

Recuerdo que cuando era niña los regalos se me eran dados en dos ocasiones: cumpleaños y navidad.

Por ahí del 2001 o 2002 estaban de moda éstas esferas de plástico duro amarradas en pares con cuerdas y sujetas con una argolla, la cual sujetabas y movías de arriba a abajo haciéndolas sonar. "Taca tacas" se llamaban, por el sonido que hacían al chocar. Como esas habían muchas cosas que aprendí a desear y no pedir, porque eran inútiles por ser de moda: pasarían y las dejaría allí, o al menos eso me decían mis padres, y yo les creía, porque después de quererlas por un tiempo, cuando dejaban de estar presentes ya no las recordaba.

Una tarde mis padres salieron al centro y al regresar me llamaron y me entregaron esas preciosas canicas color rosa chicle y de cuerda blanca. Los miré entregármela y lo que más hizo que me llenara el corazón de amor no era el regalo, porque yo sabía que no me hacía falta, sino que ellos, mis padres que no me regalaban nada salvo dos momentos, un día, sin precedente alguno y sólo porque creyeron que me haría feliz, me regalaron algo, y lo amé como ningún otro presente.

Otro día sucedió la segunda excepción:

Subí las escaleras y antes de llegar a mi cuarto mi padre me habló desde el escritorio en la computadora.

-Le tengo una sorpresa.

Solía ver que los padres de la televisión y los de mis amigos había veces que les daban cosas porque sí, y en mi mente pensé que tal vez ya era mi turno.

-¿...Qué es?

Mi padre sonrió y dijo

-Vaya a su cuarto.

Me asomé y vi todo exactamente igual. Busqué debajo de la cama, el buró, el clóset. Era obvio que no iba a haber nada. Qué tonta, cómo se me vino a ocurrir que mi papá haría algo como eso...

Salí a verlo.

-¿Eh? ¿Qué tal?

Le sonreí, ocultando mi completo desconocimiento sobre lo que estaba pasando, pero sobre todo porque se veía realmente contento de lo que sea que haya hecho.

-Quedaron limpiecitas, cada una de las tablitas del clóset. Me agarré de una por una. A ver cuánto le duran.

Se veía feliz, orgulloso. A mi no me importaba el polvo sobre el clóset, pero sí que mi padre fuera feliz.

-¡Muchas gracias!



viernes, 3 de febrero de 2017

La musique du blanche neige~

En diciembre programamos Adair (un querido amigo y cantante) y yo un par de conciertos navideños, 16 y 17 de diciembre, en los que presentaríamos nuestro repertorio sacro que tenemos tiempo de ensayar además de unas... bastantes nuevas piezas extra para que fuera de navidad.