miércoles, 30 de mayo de 2012

Sobre cómo conjugar los verbos



En mi proceso de tener uno de mis cortes de cabello soñado, fui con la cuñada de mi hermana a que me cortase el cabello. De vez en cuanto resulta agradable charlar con ella, si a eso que hacemos en lo que ella habla y habla mientras yo río se le puede llamar charla, así que comenzamos con el protocolo.

Yo tenía algunas quejas sobre la actitud de mi sobrina y de mi hermana, que siempre tanto ruido me hacen, y al parecer ella también.

A sus polluelos nueve años la niña es una manipuladora, actúa como una chica rebelde y mimada de quince, y su madre sólo la atiende cuando se porta así, pero cuando brota su naturaleza de infante y de necesidad de amor y protección más que de cosas materiales, la ignora y maltrata.

-Tan lista que es mija - decía ella- Y luego se siente bien bonita y toda a la moda, así que hasta camina y mueve las caderas como si de veras.

Me acordaba de cuando era pequeña. Con su cabello cortito y diciendo montón de cosas ocurrentes y divertidas; con una personalidad marcada aún a pesar de tener sólo tres años, la recordaba llamándome "tu tía" porque creía que el "tu" era parte del nombre.

-Era tan linda. -se me escapó en el recuerdo.

-"Es" - me corrigió ella- Porque todavía sigue viva.

Sonreí.

Ah, esa vieja creencia que solía tener en primaria, aquella que decía que si te referías a alguien con un verbo en pasado, significaba que esa persona ya no estaba: había fallecido. Y es que es mucho para un niño entender que algo puede dejar de ser y todavía vivir. Alguien puede cambiar y convertirse algo diferente, despidiéndose de la cualidad que antes poseía.

Quizás también sea mucho para entender incluso para una persona adulta.

miércoles, 16 de mayo de 2012

Peor que si algo malo hubiera ocurrido: no pasó nada

Por alguna razón, Talia decidió reunir a Exostosis nuevamente, con los miembros originales (entiéndase, yo) y con los nuevos tras mi salida (el nuevo bajista).
¿No es un poco extraño? Siempre he pensado en las bandas algo casi como una pareja, y eso era como salir con el esposo de mi antigua prometida.
Pero no era sólo eso. Yo no había visto a Fernando desde nuestro malentendido, y con toda la culpa y arrepentimiento que yo tuve después, así que estaba ligeramente nerviosa. Seguía siendo un buen hombre, atento, alto, ligero y con un aspecto despreocupado, aunque no le concordara la mente. Hablaba con cariño de su novia, y con una naturalidad sin presunción acerca de lo que hacía por ella.
Talia sabía qué no había pasado, así que casualmente usaba esa información para molestarme con esos dejos de arrepentimiento que todavía tenía.

Por ahí del 2010 realicé un viaje a Querétaro con mis amigos, todo pagado por parte del partido político de Leo.

 
 


Aunque las cosas estaban un poco extrañas y el arreglo de asientos me dejó con un chico al que no conocía, tratamos de encontrar algo bueno a pasar un trayecto de nueve horas con un desconocido en un viaje que se suponía era de amigos.

La plática, su voz, sus ademanes me hicieron sentir en confianza, y no fue nada desagradable pasar el tiempo a su lado. Dormitamos juntos; acurrucándonos en el asiento. El autobús estaba calmo, con susurros ocasionales. Pude sentir como me acariciaba el hombro gentilmente esperando que durmiera, haciéndome preguntar cuando fue la última vez que una persona había sido tan considerada conmigo.

Una tonta pregunta de mi parte rompió toda la atmósfera.

¿Cuál es tu nombre?

Nuestros compañeros lo escucharon e hicieron hincapié de ello inmediatamente; el barullo volvió a pesar de la hora, y los comentarios de lo poco que me importaba aparecieron. Hirieron su orgullo, su vulnerabilidad de haber bajado la guardia hacia mí. Simplemente no pude convencerlo de la nula verdad que tenían las palabras de aquellos, principalmente porque no me atrevía a disculparme propiamente.

Perdí la presencia de un buen hombre en mi vida, y si de algo me arrepiento fue de no hacer algo para recuperarlo (si es que se puede considerar haberlo "tenido" alguna vez).

miércoles, 9 de mayo de 2012

Dejar ir la ira


Últimamente he tenido muchos problemas con Mei. Esto me es realmente extraño, puesto que hacía años que no tenía drama de nada ni malentendidos ni peleas. Me volví una persona más calmada, así que si alguna vez se presentaba una oportunidad de pleito me mantenía serena y siempre buscaba ser la "mejor persona", acomodando mis argumentos de manera coherente y que expresaran claramente lo que yo sentía y pensaba; fue de esta manera que logré mantener la relativa armonía que hasta este momento tuve. Esto no significa que que no me enoje, que no maldiga, que no azote la puerta o golpee la pared, es sólo que después de escupir todos mis demonios (bueno, siempre hay unos que se quedan) hablo tranquila.

Fue una cosa tras otra. Yo hice cosas sin pensar; ella me lastimó tras malinterpretar, yo me dolí y le reclamé, ella dijo que fue mi culpa, y lo dejamos así.

Luego escribí algo. Así es la cosa con los que escriben: un día sientes las caricias de las manos lectoras, y otras sientes como te cortan la respiración apretando tu garganta.

Me tomaré un momento para explicar como es que surgen algunos de estos escritos que leen aquí (y en algunos otros lados, pero principalmente aquí). Dicen que un mago no revela sus trucos, pero lo bueno es que mi magia son letras viles.

Mi vida no es tan interesante como se puedan imaginar; entre las dos escuelas y mi intento por socializar con los amigos que me han ido quedando he hecho, poco tiempo me queda para salir a tener aventuras por ahí. Pero pienso demasiado. Escucho una plática en el autobús, leo un artículo de una revista, oigo algunas frases que las personas a mi alrededor dicen, recuerdo cosas que me han pasado, y pienso.
¿Haría yo lo mismo? ¿Me parece bien o mal? ¿Me ha pasado algo similiar? ¿Conozco a alguien que sí? ¿Qué opino al respecto? ¿Cómo me hace sentir? ¿Solía hacer eso yo antes? ¿Qué diferencias hay entre la antigua yo y esta que vive ahora? Y así vivo, pensando en estas cosas.

Y luego escribo (bueno, a veces).

Si llevan por lo menos algunas tres o cuatro entradas leídas de este blog, se darán cuenta al leer el escrito que publiqué que es muy... yo. El tipo de recuerdos y reflexiones que hago normalmente aquí. Si decidí hacer ese texto fue por esto (quizás si deba admitir que esto me dio un poco de celos, porque me creía especial y porque yo también estuve pensando en cosas embarazosas como hijos y así, pero trato de sólo decírselo a Rodrigo) y esto.
Efectivamente me recordaron a mí misma, a cuando era pequeña, cuando descubrí el internet, cuando aprendí a rolear, la primera vez que me gustó alguien profundamente, las primeras personas a las que consideré mis amigos.

Y lo escribí. Y lo hice en el tumblr y no en el blogspot porque, como dice el tag, pensé que a más personas les ayudaría allí, porque eso es lo que siempre quiero cuando hago una entrada, cuando publico algo: quiero mover algo en la gente, quiero que lo que les digo les haga pensar, reflexionar, no sobre mí y mis historias y mi vida, sino sobre ellos mismos. Porque de experiencia propia sé que puede ser de mucha ayuda.

Pero no me hago llegar hacia ella, y no sé si deba rendirme y esperar a que la experiencia de perderme como amiga le ayude a pensar más sobre las cosas o deba quedarme, y ofrecerle la innovadora experiencia de tener una amiga que no se va aunque le digas cosas feas.

jueves, 3 de mayo de 2012

Un deja vu en el plano onírico

Un "deja vu" es la sensación de haber vivido una situación previamente a una nueva experiencia, y esta peculiar experiencia ha sido objeto de numerosas teorías de su significado; desde poderes psíquicos hasta teorías conspiracionales, la idea de una situación familiar que puede no haber pasado antes embarga a las personas de muchos sentimientos.

Aún cuando es normal pensar en esto día a día, y basado en las pláticas que he tenido con otras personas, me doy cuenta de que es aún más normal pensar que ese deja vu sucedió en un plano onírico.

Cuando era niña mis días estaban plagados de éstos. Noche tras noche, en el bizarro y usual sueño se presentaba de alguna manera, una situación, un diálogo, una persona, un paisaje que luego resurgía en la realidad. Llegó incluso a ser realmente fastidioso el deja vu dentro del deja vu. "Yo soñé esto. Y en el sueño yo hablaba acerca de que eso ya lo había soñado" hasta realizarse una cadena tan enorme, que lo único que deseaba era romper ese ciclo; de ahí que llegara a hacer cosas tan extrañas a mitad de conversación como saltar, abofetearme o cambiar súbitamente el tema.

De alguna manera llegué a controlarlo, aunque había veces en que bajaba mi guardia y de nuevo mi subconsciente me jodía.



El primer sueño del que hablaré sucedió hace dos días.

Caminaba hacia la plaza principal de la que, claramente, era otra ciudad. Recordaba la vez anterior. El trío de Jazz me había dejado sola y habían tocado sin mí el día anterior; así que en ese momento me encontraba en medio de desconocidos, a punto de tocar música que en la vida había visto. La plaza estaba a reventar, y aunque me sentía insegura, mis conocimientos de algo me habían servido y lo había logrado. la gente aplaudía, y aunque yo no conocía a mis nuevos compañeros de banda, me sentía apoyada. En cuanto terminó el recuerdo, volteé la mirada y vi a Salvador caminando conmigo. Le conté la agradable experiencia que había tenido antes y mis expectativas de que esta vez, cuando tocáramos como era debido, también nos fuera igual de bien. Miré nuevamente la plaza y me sorprendí de verla repleta de flores, en áreas de diferentes colores. Emocionada, jalaba la playera de mi baterista y señalaba las pequeñas plantas.
Desperté. Ciertamente ya había soñado estar en esa plaza; pero no había pasado lo que ya había dicho. Yo estaba perdida en esa ciudad, y no tenía idea de cómo regresar. ¿A qué juegas, enorme iceberg que oculta mi "ello"?


Llovía. La cuadra estaba llena de personas. Muchos conocidos, personas que fueron importantes para mí, algunas que todavía lo eran. Conocidos, familiares. Mi respiración se agitaba mientras me daba cuenta de lo que estaba pasando. Iba a casarme, y con él, de toda la gente. "¿Por qué, por qué?" pensaba mientras veía con confusión todo a mi alrededor "Yo no quiero hacer esto. No quiero casarme. Ni con él ni con nadie. Pero ya hay mucha gente, y están todos los arreglos... ¿Qué clase de cosa puede haber pasado para que yo aceptara que esto sucediera?" Necesitaba de alguna persona que me apoyara para pararme frente a todos y decir que lo último que quería era estar en ese lugar realizando esa actividad. Tomé mi gran vestido blanco y corrí por la lluvia, buscando "Duo" en el celular. Corrí lo más lejos que podía. Quería irme, no quería estar ahí. Quizás no necesite llamar a nadie si me puedo ir sola. Di la vuelta a la grandísima cuadra que acababa de recorrer mientras veía el horizonte y un amanecer. Alguien llegaba atrás mío y me tomaba del hombro. Felipe, el hermano de mi baterista, me sonreía y decía "mejor regresamos", me volteé tristemente, con una cara de excusa, mientras llegaba también Salvador. Derrotada, recorría junto a los caballeros al que sería mi horrible destino. Vi la cara de Enrique y como desviaba su mirada, consciente de que yo había tratado de huir, y me atacó la vergüenza ¿cómo decirle a toda su familia que a pesar de estar en el evento no quería casarme con él?

Estaba empapada, y de ese lado todavía era de noche. Entré a una tienda y veía a otro compañero de Diseño; el chico me miraba bajo sus lentes y se reía de mí, vaya embrollo en el que te metiste ¿no? Quise abrazarlo y llorar. Suplicarle que me sacara de ahí, con una desesperación cual Alicia le intenta razonar aun gato risueño.

Me forcé a despertar.

Ese lugar... Ese amanecer. Ya lo había visto, en otro sueño ¿pero en cuál...?

Deja vu...