jueves, 29 de julio de 2010

Gusto adquirido

Ser floja e irresponsable es un hábito que se convirtió en manera de ser desde mis primeros años.

Podría hacer muchas cosas, sé que tengo la capacidad de ello, pero (y de verdad que lo tengo muy claro) de nada sirve el talento sin la dedicación. Y aún así no la tengo. Aunque lo sé.

Es verdad que elijo ser así.

Escojo por mi propia voluntad dejar de lado las cosas. Nunca he sido constante y dejo todo a medias, llego tarde a los lugares por estar leleando en actividades que muchas veces me tienen sin cuidado.

Dado que me era fácil sacar buenas calificaciones en primaria, no veía la necesidad de hacer ninguna tarea o trabajo, porque de igual manera lo único que les interesaba era el diez en el examen.

En la secundaria dividieron los porcentajes y eso no me agradó, pero no me perjudicó demasiado. Comencé a hacer algunos trabajillos.

Me confié.

En preparatoria la vine a cajetear. Terminé haciendo 50/50. Aún así, es el 100 de un 200.

Y ahí me di cuenta de que me había malcriado a mí misma. Fallé en mi crianza creándome un ego yotodolopuedo y melarundantodos.

Sé que puedo. Sí puedo. Pero el conocimiento no va por ahí caído del cielo o por ósmosis, ¡chingado!


Shame on you, little waffle! SHAME!

Que al chile mis promedios fueron 9.2 (porque en sexto ya estaba de plano parrandeando por ahí) -> 8.8 -> 7.9

Osea, ni el cabrón ocho alcancé XD

Para mi suerte a los de mi carrera les vale un pepino mi promedio en todo lo anterior, porque para ellos, aún si ya sea una escritora-física-matemática-química-profesora-poliglota siempre seré una ignorante en música, puesto que de eso no enseñan ni madre en las escuelas de vagos a las que yo asistí.

Ya lo he dicho varias veces, pero, mi carrera es fácil.

Pero una vez más es porque tengo cabrón talento para eso (puta madre, debí de haberme metido a matemáticas para sudar la gota gorda >_<). De horarios simples, creencias sencillas y manipulables (lalalala .w.), pocas referencias a cosas ya aprendidas. Es como estar en una primaria, pero de música. Y una vez más les digo. De no ser por mi especialidad, creo que fácilmente podría estar en otras dos carreras, o trabajando o salvando al mundo antes de ir a dormir. (¿Les dije que en mis vacaciones estuve viendo muchas caricaturas? :D) Esta es, obviamente, la manera ideal para que yo sea -nuevamente- (historia que no saben porque no estuvieron conmigo en la secundaria): ->La niña hueva<- Cosa que para nada le agrada a mis padres. Entonces comencé a tener actividades extra. Una a una, inglés, marching band, banda de metal, extra estudio a la especialidad, tareas, y por supuesto, atender la casa. De repente ya no tenía tiempo para desperdiciar. Si me sobraba algo de tiempo veía a los amigos que quisieran verme, o pasaba tiempo con la familia. Me encantó. Joder es lo mejor; no me aburro para nada, me siento útil, viva, en movimiento, responsable. Podría vivir así. Quiero vivir así. Pero al terminar el semestre desaparecen mis obligaciones en cuanto a cumplimiento de horarios. Hoy, me he inscrito a la escuela (a Dios gracias de que no fue el martirio de la vez pasada), y empezaré una vez más a estudiar, a organizar tiempo, y, aunque ya acabé con inglés, hay un montón de cursos que podría tomar. ¿Cómo había podido vivir hasta ahora así? Con razón estoy bien inútil y no sé hacer nada

martes, 27 de julio de 2010

Normaloide

No me gusta salir de la ciudad en vacaciones.

Antes no solía ser así. Pero es que antes de hecho vacacionábamos. Discutíamos acerca del destino al que iríamos, los sitios de interés, posibles hoteles, calculábamos las horas de viaje, investigábamos el clima, medíamos el tiempo de estadía, la ruta, el dinero. Y para cuando partíamos, sabíamos que iba a ser una experiencia nueva, y estábamos predispuestos a divertirnos, y a intentar ser la familia que en todo el periodo escolar no pudimos.

Me encantaba salir. Me emocionaban las vacaciones. Ver los museos, las ciudades, las iglesias. Solíamos ir a tantas ruinas. Conocía tantas civilizaciones. Pensaba que, viviendo una vida así, las sonrisas no se me acababan. Era entonces cuando me sentía viva*.

* Hay, claramente, más momentos, pero es para añadirle drama :D

Recuerdo que cierto año, miramos los mapas que tan familiares nos eran, buscando nuevas ruinas, ciudades y civilizaciones que no hubiéramos probado (aunque sólo era una probadita). Nada resaltable. ciudades con pocas cosas importantes, con tres pirámides y poca historia.

Empezaron a decaer las vacaciones. Comenzamos a sedentarnos. A ir a una ciudad y salir medio día, viendo el centro histórico en lo que nos aburríamos.

Mis hermanos crecieron, y poco a poco dejaron de acompañarnos, y comenzaron a buscar su propio lugar de asentamiento.

De pronto, los viajes eran ir a visitarlos a las respectivas ciudades en las cuales habían elegido vivir.

Ya no había opciones. Ya no había que ver ningún mapa, checar carreteras, revisar hoteles, preguntar por puntos turísticos.

Ahora había buscar casas, vecindarios, familiarizarse con las calles, centros comerciales, buscar trabajo.

Pero yo todavía no me había cansado de viajar. DeE descubrir nuevas cosas, de llenarme de información, de saber más, de conocer, de vivir. Yo todavía no quería estabilizarme y tener una familia, yo era una mocosa de 10 años que quería andar por ahí jugando >_>

Por supuesto que no todo era malo. Estar rodeada de tantos adultos te exige estar (o al menos tratar de estarlo) a la altura de ellos. Hay que pensar con la cabezota, hay que ver más allá, analizar, centrarse.

Y usualmente era así.

No es que fuera precisamente fría, era simplemente seria (principalmente porque no encontraba alguien afín a mí para deschabetarme).

Hasta las jodidas vacaciones.

Señoras y señores, yo no aguanto a mi familia, así como ellos no me aguantan.

Cualquier comentario que hagan hace que me vuelva loca. Hace que quiera gritarles, arrojarles cosas encima, restregarles en cara cosas que ni siquiera han pasado. Mi cabeza deja de estar seria, deja de estar a temperatura ambiente. Hierve. Me enoja. Me remputa.

Y así ha sido todos estos años. La calma, el zen, el equilibrio, se van todos mucho a chingar a su madre y de paso yo también.

Quizás es porque me había acostumbrado a solo tener estrés en todo mi periodo escolar, sin muchos desequilibrios emocionales, o quizás siempre ha sido así y hasta ahorita le pongo atención, pero, estoy increíblemente emocional.

Todo me enoja, me emputa, me pone triste, nostálgica, pensativa. Voy de un cambio a otro con una facilidad cabronsísima.

Cada cosa que me dicen me la tomo personal, la pienso demasiado, y lo peor (cosa que no hacía en mis antiguos cambios de humor), actúo sobre ello.

Noooo D:

¡Actúo!

Antes me quedaba callada. Mataba a la persona por dentro, me imaginaba yéndome de mi casa y viviendo como vagabunda o comiendo palomas. Luego, la satisfacción de que en mi mundo imaginario yo asumí una postura y la vida me sonrió porque yo tenía razón y me gané un Nobel por ser la persona más brillante en esa casa y como me iba bien en la vida mientras a ellos se los llevaba el carajo hacía que me diera un orgasmo sadista y me iba (aunque realmente no hubiera pasado nada).

Pero ahora está horrendo. Porque les respondo, porque les grito, porque de verdad, aunque para nada tengo la razón, aunque mi lógica me dice "¡Es una estupidez, no tienes porque sentirte mal!", simplemente no consigo sentirme así.

No puedo.

Me repito que son conflictos pequeños, que son cosas que pasan, pequeños deslices, pero no logro que mis sentimientos me obedezcan.

Parezco una niña normal. Una niña toda hormonal que se enoja/llora/grita/alega por todo.

No me gusta. No quiero.

Así que si me disculpan voy a ir a llorar al baño.

martes, 13 de julio de 2010

Me sueñan.

Llegamos por Nine.

Desde que salió de su casa repetía que había soñado conmigo, aunque ni siquiera supiera que yo estaba en la camioneta.

Tras finalmente abrir la puerta, verme, y decidir que viajaría en mi regazo, me comentó con mucha emoción (del tipo usual en ella, ese que parece típico en una persona con exceso de cafeína en el organismo) que para no olvidarse de mi rostro tiene que soñarlo soñó conmigo.

-¡Hacías un café bien rico~!

Hubo un silencio.

-Tenías una cafetería bien bonita. Toda agradable. Muchos pastelitos y el café estaba taaaan bueno~ Los sillones así todos cómodos y el ambiente bien relajado, y había mucha gente toda feliz tomando su café... ¡Es que el café!

Talia y Gaby se rieron por lo bajo.

Me sonrojé.
Sonreí.

-Eso me alegra.

jueves, 1 de julio de 2010

Ya no estuvo tan chido dormir.

No quería decirlo. Así como eso que fue tan estúpido que creo que si la gente se entera me empalaría por haber terminado la primaria y aún así ser tan lerda como para haber cometido tal tontería.

Pero ya fue mucho.

Hoy, espero no tener lectores.

El jueves 17 tuvimos, la mitad beginner de la Licenciatura de Piano, un recital en el Aula Laureano Roncal. Me fue bien. Me sentí genial.

"Podría dedicarme a esto"

Y lo haré.

Celebré con Dianita y Rodrigo, comimos algo y Rodrigo nos llevó a casa.
Subía las escaleras, triunfal, tranquila, con una sonrisa en la cara, cuando sentí el dolor en la oscuridad.

Animalejo del carajo el que me picó para luego huir cincuenta centímetros y morir.

Fui toda una persona práctica. No me puse asusté, no me enojé, no maldije a los vástagos que el arácnido aquel no tendría, no le grité ni a Dios ni al Cielo ni a mi madre que algo me dolía. No. Actué con rapidez y de acuerdo como fui enseñada a reaccionar con esos infelices que le dan a Durango el título de "Tierra de los alacranes".

Así que realmente no hubo gran historia tras ello.

...

No porque no hiciera drama esa vez no significa que haya superado mi temor a los arácnidos.
Todo lo contrario.

No he podido gritar como histérica loca un "Me tocóoooooooooooo. ¡¡¡¡ME TOCÓOOOOOO!!!!"

Mi madre no ayuda con sus paranoias todoloquehacesvaaatraeralgúnanimalejodelmalyyavalistemadres.

Noche tras noche, apartir de ese día en algún lugar de mis elaborados, nítidos, detallados, exhaustivos y fumados sueños veo una alimaña y temo. Temo porque si fui suertuda para que no me pasara nada una vez, quien dice que a la segunda la suerte no me trata tan bien.

Ahora, después de soñar, me encuentro pensando en sólo esa ponzoña y ni siquiera logro recordar lo demás de mi historia, aún si es más importante, interesante o digna de atención.

Van dos semanas de sueños y ya no se me antoja tumbarme en la cama a dormir.