miércoles, 15 de julio de 2015

Tag me like you love me~

¡Y luego! Cual sería mi sorpresa al ver que Lena, Dan y Miss Alpaca me nominaron al premio "bloguera con buen rollo". Ya ahorita todo el mundo y su madre han hecho el tag, pero igual nomino a Florencia, para que recuerde que la quiero~



lunes, 13 de julio de 2015

O pato, hm, hm, hm ~

No sé cómo le he hecho, pero mis vacaciones oscilan entre ser una ermitaña que no se levanta del sillón en todo el día a salir varios días seguidos y me encanta~

O bueno, de no ser por los sueños llenos de angustia y culpa por ser una desganada y no estar estudiando suficiente piano.


 Fue cumpleaños de una compañerita de trabajo y queríamos fiesta. Bueno, yo, así que fuimos a su casa a la medianoche con un aguacero y varias órdenes de tacos. Su madre no tenía con qué recibirnos, así que nos abrió una botella de vino.

martes, 7 de julio de 2015

I'm breathing in, I'm breathing out ~

Tomando el consejo de vida que la preciosa Kyusagi me dio alguna vez (que yo sé ella probablemente me lo dijo como cualquier cosa, pero fue precisamente por la casualidad con la que lo dijo que me ayudó a encarar unos diablillos mentales): "no hay nada de malo en ir al cine sola", decidí dejar de buscar excusas para salir y leer mi reciente obsesión para convertir el placer de la lectura en una razón para salir.

lunes, 6 de julio de 2015

Si Querétaro tuviera mar

Salimos una segunda vez. Mientras llegaba al lugar de encuentro e identificaba su silueta entre la demás gente que también esperaba más personas una mueca transformó mi rostro y un gemido de hastío salió de mi garganta; quise desandar todo el camino de ida corriendo, pensé en excusas que evitaran la verdad: "vi tu cara y me cayó como un cubo de agua helada el hecho de que no quiero salir contigo", sin embargo llegué hasta él.

Como usualmente, no tenía tema de conversación y me miraba esperando que hiciera la magia, que hablara y lo llevara de viaje a cada palabra, cada plática como un destino diferente, con el como espectador pasivo, embelesado. ¿Y yo para qué quiero hacer eso? ¿qué aprendo yo de nuevo en una conversación donde sólo yo hablo?

Llegamos al cafecillo que hacía rato quería conocer. Nos sentamos. Silencio. Qué desperdicio. No quería verle la cara, así que miré el espacio con nostalgia.

Cómo me gustaría estar leyendo el libro de Gabriel. pensé.

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Quería excusas para trasladarme en autobús y leer, pero luego de decidir que prefería girar una manivela que me sumergiera en otro momento y con otras personas a sentarme a esperar que el tiempo pasara, supe que no necesitaba pretextos para algo que se había convertido en razón.

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El día de la presentación del libro de Gabriel fue el mismo de mi audición, en el Teatro de la República. No cobraría sentido hasta una semana y media después.

Las bancas vacías del Teatro de la República son iguales a un corazón desnudo. Por fuera, se ve un cuerpo recio, como si estuviera esculpido a golpe de martillo, pero por dentro se ve vacío. (...) 
Nunca tuve amigos, los primeros se me acercaron después de la muerte de mi madre. ¿Es necesario saber el momento en que se conocen a las personas? No recuerdo el momento en que conocí a Edna. Durante mucho tiempo me martirizó no saber cuándo la vi por primera vez con atención probablemente la vi muchas veces es probable que fuera la espalda de blusa blanca sentada en la primera banca del teatro, o en la última, la espalda siempre estaba en la banca más cercana al escenario.

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-Dice Jaime que ya terminaste el libro. -me dijo mientras firmaba la dedicatoria.
-Sí. Me gustó mucho.
-Qué bueno.

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-Van a ser cientocincuenta.
-No traigo feria, pero aquí tiene.-dije, extendiendo al billete de doscientos.
-Híjole, es que no hay cambio.
Me dispuse a contar moneda por moneda hasta completar el dinero, más en un afán de realzar la inutilidad de la persona cobrando.
-¿Gabriel, me prestas dinero para comprar tu libro? -musité en broma.
Una moneda cayó y el autor la levantó.
-¿No completas el libro?
-Sí. Pero no tienen dinero para atenderme.
-Te presto, si quieres.
Sacó un billete de cincuenta y pagamos.
-Me lo mandas luego con tu papá.

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-Me hubiera gustado decirle muchas cosas. Que desde que abrí el libro no había podido soltarlo, que aunque ya lo había leído necesitaba una copia para mí. Que aunque sabía que el que estaba leyendo no era mío no podía dejarlo aún en la lluvia. Que cuando salí con un chico prefería la compañía de sus palabras a la falta de conversación. Pero no dije nada. Porque soy una impedida.

-Bueno. Todavía tengo que pagarle cincuenta pesos...

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Edna tenía un amor excesivo a los hombres, cuando encontraba uno que no le diera el amor que le exigía, simplemente lo mataba, pero después se sentía tan culpable, que venía a mi casa y me pedía que la golpeara. Nunca le pegué, sin embargo, me gustaba ver su cara suplicando que la flagera. No golpearla era más excitante que latiguearla. Lloraba con ojos de mártir. Levantaba la mirada y me pedía que ya no la martirizara.
Antes de que se suicidara abrí una botella de vino tinto Gran Reserva Señorío de Sarría. Saqué de su estuche los cubiertos de plata, extendí en la mesa un mantel español, encendí diez veladoras aromáticas de canela, y tendí la mesa con un juego de vajillas MCG de alta sofisticación. Coloqué seis copas de cristal cortado corte diamante: dos para agua, dos para vino y dos para coñac. Metí al horno dos piezas de emperador con salsa de manzana y menta, saqué del congelador dos refractarios con bizcocho de yogur y chocolate El Trapense, que me di el lujo de derretir sobre los bizcochos. Sé que es un pecado, pero como sentí que Edna ya se había arrancado las venas de las manos, quise darme el lujo de saborear el bizcocho con el chocolate derretido para despedirme de ella con una buena cena.
Gabriel Vega Real. (2015).
Si Querétaro tuviera mar.
Querétaro, Qro.:
Sediento Ediciones.