viernes, 27 de enero de 2012

Esto no es para la gente que se fue, sino para la que se quedó


La semana pasada, por azarosos eventos, volví a ver Schetekat, un amigo de la primaria. Fue un enorme gusto, puesto que él fue uno del primer grupo de amigos masculinos del que fui parte; me contó acerca de cómo estaba él y de toda la gente de nuestro salón a la que seguía frecuentando.

-¿Si supiste lo de Abraham?

-¿Cuevas? No... ¿Pasó algo?

-Falleció.

Cuevas fue mi primer amigo, aquel con el que supe que la amistad entre un hombre y una mujer era posible, fue poco tiempo el que estuvimos juntos pero fue realmente divertido. El hecho no pudo dejar mi cabeza, y le daba vueltas y vueltas, pensando en un montón de cosas comunes que seguro toda la gente piensa cuando se entera de algo así. Lo primero que pensé en cuanto escuché el "falleció" fue un "No, porque yo todavía tengo planeado verlo"; y es que mis planes para él y yo era ser adultos con situaciones enteramente distintas, encontrarnos algún día en la calle y platicar acerca de como las cosas cambian pero poder decir "cómo nos divertimos".

Ahí se truncó ese plan.

Y recordé a Julio.

Fue un día de 2007 en el que mi dí cuenta que otro día del 2006 Julio había completado su resolución desde el 2005 de quitarse la vida.

Revisé todas las notas que escribió de un espacio que Windows Live borró. Dos o tres notas por año, y aunque no fue difícil terminarlo, fue difícil digerirlo.

Julio fue para mi un cariño platónico, de amistad y de amor: todo lo que sentía por él era correspondido a medias, si es que tal cosa existe. Escuchaba sus desventuras con sus padres, me sorprendía con sus amores imposibles y sus métodos para conquistarlos, preocupaba con sus deslices de salud y maravillaba con su brillante mente. Fue la primer persona a la que le dije cuánto me gustaba el piano, y cómo quería dedicarme a él. Esos fueron nuestros días felices: yo me sentía querida por él, y de sobra está decir lo mucho que yo le apreciaba.

La última nota que había leído suya clamaba como él había decidido dejarse morir pero la nefasta presencia -cito- "de aquellos que se autonombran mis amigos" le impedía obtener aquello que tanto deseaba, la muerte.

Yo, como cualquier persona ególatra y que se cree imprescindible, pensé "si yo hubiera estado ahí, pude haberle ayudado, haber evitado que lo hiciera".
En realidad sólo hablaban mis constantes deseos de ser importante para él, y aunque lloré y me pesó y anduve emo como dos años y medio, no fue sino hasta que conocí más personas que vivieron un duelo parecido al mío me di cuenta de lo tonto que fue lo que hice y cómo pensé.
¿No era, morir, lo que él quería? ¿Por qué habría yo de impedirle sus deseos? ¿Con qué derecho?

Yo no estaba triste por él, o porque el mundo había perdido una persona buena, por las cosas que no había hecho, por su familia. No, yo estaba triste porque era ~mi~ tragedia, porque ~yo~ quería que siguiera vivo, que siguiera queriéndome; lo que está bien y todo al principio, pero cuando pasa el tiempo y lo único que hace tu vida interesante es que alguien que querías falleciera y sólo buscas una excusa para ponerte triste en las noches o mientras miras una ventana en la que la lluvia cae, la última persona en la que piensas es en la que murió, porque lo que haces es ahogarte en autocompasión porque no has tenido la habilidad de hacer tú de tu propia vida algo digno de contar, así que sólo cuentas las tristes historias de una persona a la que no dejas morir en paz.

Me abofeteé, me levanté, dejé de buscar desesperadamente una tumba en algún lugar de Oaxaca y seguí adelante, y me sonrío cuando me acuerdo de él tocando el piano o viendo Doremi o si alguien me pregunta qué hacía yo a los once años.

Y con ese ejemplo, tras algunos días perturbada por la pérdida de Abraham, escribo aquí:

Ya luego hablaremos, Cuevillas.

martes, 10 de enero de 2012

Cumpliendo sueños

Ese día teníamos agendado ir a Alcalá. Bueno, más bien, la razón de mayor peso en ir a España era ir a Alcalá, a ver la casa de Miguel de Cervantes, más específicamente, a ver la primer edición del Quijote.

¿No les había dicho? Mi padre ama escribir. Es una historia aparte, pero, tras algunos eventos tristes y permanentes desde su jubilación en la Normal (¿o debería decir, comenzando con ésta?) comenzó a caer en depresión, y no tener nada qué hacer no ayudaba en nada: sus "merecidas vacaciones" se habían convertido en recordatorio constante de las cosas que le pesaban. Escribió un cuento, luego otro y otro; para cuando se dio cuenta el único escape que tenía se había convertido en motivación para no tener de qué quejarse. Actualmente está apunto de publicar un libro, ganó una mención honorífica en un concurso nacional de cuento y no se le ve más contento que cuando está hojeando un libro o escribiendo cuentos.

Mamá y yo somos unas vagas, así que con tal de salir de casa y ver el mundo nos dábamos por satisfechas, y como para entonces el viaje empezaba, todavía teníamos mucha energía para caminar kilómetros y tomar fotos de cada cosa que nos llenaba el ojo de belleza.

-Leí en la revista del avión que iba a estar el Cirque du Soleil todo el mes en Madrid. -dijo casualmente mi padre.

Cuando era todavía más joven -me paro el cuello con mis diecinueve años, gracias-, de algunos doce años, mi gran amiga Karen y yo nos enteramos de cierta compañía de circo de nacionalidad indefinida que hacía obras "de teatro" y las representaba con la peculiaridad de incluir acrobacias en medio. Sobra decir que nosotras estábamos encantadas, y que la magia que ésta proponía era lo más cercano a la magia que Karen creía fervorosamente, y en la que me envolvía cada vez que estábamos juntas. El año en que nos separamos para no volvernos a ver, vi un enorme letrero con un "Cirque du Soleil - Tonight" en Las Vegas, aunque lamentablemente no pude entrar, puesto que mi madre desconocía el concepto del circo y le parecía una barbaridad pagar el boleto sólo por una función de circo.

-¡Yo quiero ir! ¿Podemos? -contesté irremediablemente.

Pues bien, ese día los horarios se ajustaron, compramos los boletos vía internet, los imprimimos y quedamos en ir después de regresar de Alcalá.

Lamentablemente para mi padre, la casa-museo de Cervantes estaba cerrada, pero gracias a nuestros brillantes planes de viaje, aún de no ir ese día, tendríamos otras oportunidades los últimos días de abril.

La única foto digital que encontré de ese día. Es un Quijote en una banca fuera de la casa de Cervantes.

Cansados de vagar por la ciudad durante varias horas, tomamos el tren de regreso,yo, ansiosa del espectáculo que iba a ver en apenas una hora.
Con tropiezos llegamos al lugar, justo para esperar con montón de gente de pie hasta que abrieran la carpa para buscar nuestros asientos.

Claramente la foto de una foto, en espera de la señal de entrada. Sé que dije que muchas fotos se perdieron, pero algunas se rescataron -de esos días, los demás días si quedaron intactos y con todas las fotos-.

Fue maravilloso.
Aunque al principio estaba algo escéptica por el escenario tan pequeño, al momento en que las luces fueron apagadas y los acróbatas comenzaron a subir, y la historia comenzó a presentarse... No pude más. Estaba boquiabierta, me sentía soñada, y sobre todo me sentía de nuevo esa niña asombrada con sueños de magia nuevamente, al lado de una de las personas más fantásicas que conocería. O al menos al lado de su recuerdo.
*break para lagrimear*

Al terminar la función la gran masa de gente salió buscando la salida al metro más cercana. Estaba llena de emociones, pero la presencia de toda esa gente me asustaba. Fijé la mirada en mis pasos, mientras me mantenía cerca de mis padres, pero era demasiado para mantenerme seria.
Nunca he sido muy buena para llorar silenciosamente, pero ese día me esforcé, apenas viendo con la mirada empañada, me quité los lentes sin saber si era mejor traerlos puestos o no, y lloriqueé cuando sólo podía pensar en lo bello que había sido todo, en cuanto amaba a Karen, en cómo la extrañaba, en "los sueños si se vuelven realidad" luego en sentirme una mocosa por pensar en eso.
Mi papá puso su mano en mi hombro y dijo:

"¿Otro sueño cumplido?"

"Sí"


Dije apenas y empapé toda mi cara en lágrimas, ahogando mis berridos, y apretando mi cara contra una de mis manos.

No recuerdo haber llorado de felicidad nunca.
Hay una primera vez para todo...

Otra foto de una foto. Adentro del escenario, de izquierda a derecha: mi padre, mi madre y yo.
Borrosa y todo, esa foto es mi ilusión.

domingo, 8 de enero de 2012

El viaje del que no hablé

Me cuesta trabajo recordar todo el año, y por alguna razón de los primeros meses tengo vagos recuerdos, pero algo que definitivamente tengo presente es el viaje que hicimos mi padres y yo a España en marzo.

El ayuntamiento.

Creo que tardé en procesar el hecho de estar en otro continente. Me queda muy claro que la frase "parecía un sueño" es de las más churras y trilladas que se me pueden ocurrir, pero si es que me han escuchado (o leído) platicar algún sueño, quizás puedan entender lo elaborados, bizarros, llenos de simbolismos, de consciencia dividida y casi reales que son. Sentía que en cualquier momento despertaría en mi cama y suspiraría, poniendo la mano sobre mi frente, apretando los ojos y pensando "malditos sueños extraños" como las demás veces.

Pero ahí estaba.

Pasamos tres días en Madrid, al menos en hospedaje, puesto que de esos tres, dos estuvimos yendo a los alrededores; Alcalá de Henares y Toledo, otro fue para visitar algunas cosas del centro de Madrid.

El Palacio de Cristal, Madrid.

Un precioso lugar en el que no hay nada adentro ._.
Entrar ahí me recordó mucho la atmósfera de Clover; se sentía tan irreal, tan mágico...
Caminé observando cada ventana, de arriba a abajo, como una Alicia azorada en la tierra maravillosa en la que estaba.


La Catedral de Toledo

Toledo es bellísimo, su ambiente es muy apacible y te da la oportunidad de admirar mejor la grandiosa arquitectura. Pero si de algo he de quejarme es que en todo el periodo que estuvimos en España (Semana Santa) todas las iglesias estaban cerradas (cosa que me parece una real tontería, pero bueno, quién soy yo para decirles qué hacer con sus iglesias, jum!) así que sólo pudimos admirarlas desde afuera, aunque, como ven, eso ya era bastante.

Lamentablemente, y debido a un error de mi padre, eliminó gran parte de las fotos que tomamos, (Y sí, ya lloré, me enojé, grité, rabié y no le reclamé y pues ya, no hay que llorar sobre la leche derramada); y por otro error mío, otra parte de las que se había salvado también fue borrada, entre ellas, las de uno de mis mayores sueños hechos realidad (pero de eso en la otra entrada).

martes, 3 de enero de 2012

Las inevitables comparaciones

Cuando pienso en el año 2010, mi 2011 no tiene comparación.
Conocí mucha gente, hice muchas cosas, realicé viajes más independientes, me peleé con amigos, me reconcilié, perdí cosas que no volveré a recuperar, fui a terapia, la dejé. Tomé valor para abofetearme en la cara y aprender la lección más sencilla en teoría y más difícil en práctica: si quieres hacer algo, hazlo.

No sabría decir en qué momento establecí lo que quería en la vida. Mucha gente tiene metas, tiene un punto al que llegar; un lugar, momento, situación fija, y a veces al voltear la mirada hacia mí, llego a pensar en lo vago que resulta la mía. Hasta el momento me incomoda decírselo a otras personas, pero por más que lo busco, no hay nada que quiera más que eso.

Lo que quiero hacer mientras viva es vivir.

Quiero experimentar, subir y caer, ir y venir, hacer y deshacer. Quiero llorar, quiero asustarme, quiero reír, quiero asombrarme, quiero desear más sin dejar de valorar las cosas sencillas, quiero una vida pacífica en la que me pueda acordar de todo lo que hice: es por eso que mi 2010 fue genial. Porque lloré mucho, porque perdí gente, porque me vieron la cara, pero vaya que hice cosas.

Lamentablemente, la mitad de mi 2011 me la pasé encerrada en casa frente a un monitor fantaseando la vida que quisiera tener, y aunque no me pasaron cosas tristes, me enajené de las situaciones, al punto de que me valía un pepino que pasaran cosas, buenas o malas.

Pero la idea de que mi año haya sido una real flojera, que no haya hecho nada y que haya entrado en depresión (procuré no escribir de eso aquí porque no me gusta deprimir a la gente, esas cosas las escribo en una libreta sólo para mí~) no me agrada nada. "Estoy segura de que algo bueno debí haber hecho" pensé. Y me vi repasando el año.

Pero a eso le dedicaré las siguientes entradas~






Me tomo un momento para agradecer a la preciosa gente que ha estado leyendo mi blog. ¡De verdad muchas gracias!
No suelo tener lectores, y me la paso escribiendo cosas para mí, pero el saber que alguien lee lo que escribes es una sensación muy bonita .//.!
¡Chu~ a todos ustedes <3~!
EL NIÑO QUE SALÍA EN EL SEXTO SENTIDO ES LA VOZ DE SORA DEL KINGDOM HEAAAAAAAAARTTTTTTTTTTSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS