domingo, 28 de septiembre de 2014

The worries of a Waffle

 

Me desemplearon el 15 de septiembre. El jefe habló en la mañana y avisó que el gobierno había hecho recortes de presupuesto "debido a las lluvias" y dos de las cuatro células corales del proyecto serían eliminadas, ningún pianista quedaría, y asimismo, varios maestros también serían despachados.
Trabajé un mes y medio sin paga, y seguirá así hasta que me dé de alta en hacienda y haga papeleo.
La historia de mi vida laboral es siempre igual: conseguir un trabajo y no poder llevarlo a término o no percibir sueldo.
Por mi carrera es de lo más normal que nadie simpatice "¡Bueno! Pero lo verdaderamente sorprendente es que hayas conseguido un trabajo en primer lugar" (como cuando mi hermano y cuñada descaradamente dijeran "¿Tesis? ¿Hay algo en música de lo que se pueda hacer tesis?"), pero lo mismo me pasó cuando trabajaba en el laboratorio de análisis clínico, o en el puesto de hamburguesas.
Me gusta mucho estar ocupada. Al revisar mi vida, los momentos en los que me siento mejor conmigo misma son aquellos en los que hago algo, en donde dejo mi estado de parásito, aunque sea un poco.
¿Y ahora qué?
Quiero revolcarme en la autocompasión, pero la verdad es que el desempleo no hace a nadie un copo de nieve especial, porque todos andamos bien jodidos.
"¿Y ahora qué?"
Suspiro.
Pues a chingarle, supongo.


Quien sabe qué dato no verificable en la internet decía que las mujeres se veían al espejo "n" número de veces al día, (siendo n = un chingo) y como mi hermana (y un montón de gente) con Peña Nieto: ese güey no me representa.
Últimamente el descontento con mi cuerpo ha estado realmente fastidioso: mi poco interés en vestirme como lo que yo llamo lindo ha sido relegado por dos semanas, usando sudaderas viejas, ropa para el aseo y pantalones de mezclilla (tocar fondo sería usar tenis para algo que no sea deporte, que no ha pasado, por cierto). A las cinco y media de la mañana me visto en la oscuridad: no quiero verme en el espejo y enfrentarme al temible hecho de que no me gusto, a la que está adentro y haciendo pedazos la carcasa que se le fue asignada al nacer, la irresponsable que ha dejado que el cuerpo esté así, que la cara sea como es, y que la mente no pueda aceptar su realidad o trabajar con lo que se le ha dado.
Ocultar la mirada frente a espejos, vidrios, charcos: no quiero ver mi silueta ni mi cara.
Apesta que me guste masticar las ideas tanto, porque de repente me veo dudando de todo, y así no sólo existe mi aversión a verme, sino a que los otros me vean. Me apenan: qué vergüenza que tengan que ver mi cara al hablarme, mi pesado y testarudo cuerpo caminando, mis risibles dedos tocar. Qué asco. Perdón. Perdón.
Mis ojos no pueden enfocar como yo quisiera pasados los seis metros, y sin embargo poseen la increíble habilidad de ver bellos a casi todos. La manera en la que arquean las cejas, la separación y forma de sus ojos, sonrisas, la manera en que su cuerpo distribuye la grasa, sus suaves curvas, la manera en que su piel se arruga. Son hermosos y amables (con la habilidad de ser amados).
Lo dejo: ¿soy hipócrita por no poder pensar eso de mí? ¿Mi incapacidad de transferencia de ésta concepción de belleza hacia mí invalida mi subjetiva opinión de que los otros son bellos?
No lo creo, sin embargo no puedo evitar que mi tren de pensamiento roce la idea de que eso no está bien: mi mente me dice que no sea pinche incoherente, pero mi otra parte de la mente dice "no se puede todavía" y llora nenamente.

Eran las tres y a las cinco era Tiger & Bunny. Fui a quitarme la pijama. No hay pantalones ni calcetas para los botines. Miro el altero de faldas y el montón de calcetas con encaje y medias que no he podido usar. "Bien". Formo un atuendo. "Está bonito". Me miro en el espejo. "Me veo bonita".
Hoy empezaremos con eso.


Todos se han estado haciendo pendejos. La realidad es que Peny decidió no creerme, decidió que yo, junto con lo que dije no importaba. Volvió con su esposo y se negó a hablarme o dejar que sus hijos lo hicieran. ¿Cómo va a ser eso poca cosa? ¿Cómo van a pretender todos que eso no está pasando y sentarse a comer pavo en navidad? ¿De qué manera piensa ella ejecutar el plan de sacarme de su vida y la vida de sus hijos sin alterar la interacción con la demás familia? Y sobre todo ¿por qué carajos nadie habla al respecto?
Puedo delegarlo, pero el día llegará y todos serán los mismos negados que hace seis meses.
Me azora su imparcialidad, me ofende su indiferencia, me da lástima su cobardía.
Pero ¿y la mía? ¿has descifrado cómo te sientes de que Peny no te crea, de que no te deje ver a tu sobrina, de que haya preferido a su esposo, de que piense que está bien estar con él después de lo que dijiste? ¿cómo te sientes tú?
Quiero detestarla, pero no quiero conflictos.
Puedo delegarlo, pero el día llegará y yo seré la misma cobarde.

As usually, pics almost unrelated to the story.
Art by Yuumei.

miércoles, 17 de septiembre de 2014

Gaby turisteando

Conocí a Gaby por medio de Gladyss, como algo por default: "la mejor amiga de Gladyss". Ellas y otro chico, Joel, se conocieron desde la primaria y hasta la preparatoria que yo entré en escena, se mantuvieron en contacto.

Photo dump!

En realidad ambas sólo queríamos pasar tiempo con nuestra amiga, así que no nos hacía mucho problema mantener una relación cordial al pasar tanto tiempo juntas, y no fue sino hasta que entré a la ESM que comenzamos a hablar un poco más.

Eran principalmente cosas relacionadas a la escuela, e impresiones de la misma, pero fue gracias a que nuestro temperamento era compatible que logramos hablar un poco más, confiando más en la naturaleza prudente de la otra que en algún débil lazo de aprecio.

Quizás lo que realmente nos unió fue la preocupación por nuestra amiga, por tratar de hacerla feliz, de aligerar sus cargas, y después, las nuestras. Dejamos de ser "la amiga de Gladyss", para tener un nombre propio, y de ésta manera comenzamos a procurarnos, y era gracias al comodín que teníamos en común que nuestras familias y amigos simplemente aceptaron que éramos "las tres".
Pasaron los años y con ellas han salido los mejores planes, los organizados, divertidos, los que van más allá. Viajamos varias veces, hicimos salidas, reuniones, fiestas sólo para nosotras, salidas temáticas, maratones de series y videojuegos. Los suyos serán los recuerdos que vea en mi lecho de muerte.

Gaby terminó la preparatoria y se fue al D.F. a estudiar gastronomía, vive en una casa de estudiantes, trabaja, tiene proyectos, se mantiene sola y aunque es la menor es la más adulta. Gladyss fue la primera en graduarse, aún en Durango, mantiene una relación formal y estable con otra chica con la que estamos seguros se casará, y el otro panecillo dejó la carrera a medias para hacerlo todo de nuevo y bien en Querétaro: tiene una gata.

Ya no estamos juntas, pero todos los años que lo estuvimos nos prepararon para este momento, en el que las relaciones se puedan mantenerse de verse un par de veces al año y seguir manteniendo la confianza y el cariño.

Este puente, aprovechando que había terminado una ponencia en Guadalajara, Gaby vino a visitarme por primera vez al QuereTown, así que mi deber fue documentar algunos recuerdos. Sólo la quería a ella + Querétaro.

(El primer día hicimos muchas cosas y vimos lugares bien bellos, pero se me olvidó la cámara así que sólo hay del día 2 8D)



Obviamente yo no hice mas que picar la fruta y dejé a la gastrónoma hacer nuestro menú~


 Nuestra primer parada del día 2 fue el Cerro de las Campanas (lugar donde Maximiliano de Hasburgo fue fusilado). Es un lugar de lo más bonito y bien cuidado, ir con Gaby me hizo pensar que realmente cuidan mucho su patrimonio, todo está bien limpio y ordenado, y poca gente cerdea rompiendo las reglas.





 Adentro del cerro hay un pequeño museo, pero es más explicativo que interactivo. Encontramos este mini acueducto, pero fuera de levantarlo y fingir que éramos monstruos atacando la ciudad, no le encontramos mucho sentido (instrucciones, pls)





 No pudimos entrar a algunas iglesias por aquello de que era día de evento católico (¿misa de sábado...?), así que nos conformamos con una de las tantas iglesias a las que no he entrado. Entre otras cosas me di cuenta que necesito a alguien para turistear como excusa porque soy muy penosa (pueden tomarlo como un "vengan y visítenme para ser mi excusa" o un "debo superar mis penosidades y volverme guay").


Si bien normalmente los domingos se cierran las calles del centro para que la gente paseé tranquilamente, ese sábado también se cumplió el mandato, y es que había procesión (cosas católicas con las que no me relaciono mucho, pero se ve muy padre toda esa gente danzando y con todo el ropaje, además de ser muuuucha gente D: ), así que Gaby decidió cumplir mi capricho de ir a "Bisquets", porque la fachada se ve bonita (foto^^) y, pues BISQUETS.


El lugar es bonito, pero podría estar mejor arreglado, además de que si agüitan las sillas de plástico (pero igual y es porque me he juntado mucho con mi hermana que es bien fresa para esas cosas)



 Chocolate francés. No pudimos descifrar qué cosa hacía que espesara, pero es muy bueno y sólo cuesta preciosos veintidós varos p.q




Creo que la frase que más repetí (además de mis muletillas al hablar D//: ) fue "¿esto estaba aquí? No manches, tengo que salir más de mi casa". Desde la última vez que salí a pasear al centro y esta muchos negocios abrieron, tiendas de antigüedades, locales de cosas hechas por manos queretanas (bonitas, pero acojonadamente caras -ejemplo las cosas de las fotos de arriba-), cafecillos adorables, y, una cosa que definitivamente yo no conocía de la ciudad *perdedora que no sale de su casa*: los bares y restaurantes.
Aparentemente en donde estábamos no es la zona de antros, pero son restaurantes bastante bonitos (en los que totalmente Mapache y yo tendríamos citas si todavía nos quisiéramos) y pienso que de verdad debo ir alguna vez que tenga dinero.


Gaby escogió terminar la velada en el Wicklow, el cual claro que yo no conocía porque soy una penosa amargada que no sale de su casa. Tomamos dos tarros de cerveza de a litro y hablamos de amores, los juegos del hambre, supernatural, explicaciones de vinos y bebidas (quiero muchísimo a Gaby pero a veces me siento bien tonta cuando salimos a comer porque ella toma en cuenta muchas cosas gastronómicas y yo tengo el paladar bien naco :c ) y qué hacer después de barear.
Fuimos a comer hamburguesas (las hamburguesas aquí son realmente malas, pero claro, nosotras venimos de un lugar donde son deliciosas en casi cualquier puestito de la esquina) y lo demás fue pura ebriedad.

Al día siguiente vimos How I met your mother, cortos de Makoto Shinkai y hablamos sobre el futuro de nuestro trío si/cuando Gladyss se va de Durango con su novia y se casan y tienen hijxs, o si Gaby realmente se va a Alemania.

En mi experiencia lejos de mis amistades, a menos que uno tenga dinero, conviene acostumbrarse a perderse de los grandes eventos, a ser un amigo muy querido que sólo se ve de vez en cuando, a no estar presente en el día a día, y que, eventualmente sea cada vez más espaciado, pero que el cariño confianza sigan allí, como el día en el que descubrieron que valía la pena forjar una relación duradera entre ellos.

-Lo bueno es que planeo tener una vida donde el dinero no sea un problema, y cualquier día que las extrañe pueda tomar mi jet privado e ir a verlas~

Te quiero, Gaby~

sábado, 6 de septiembre de 2014

Sólo cosas I


Son nuestros encuentros de tres minutos que nos alegran el día. La tonta manera de estar al tanto el uno del otro en horarios que no coinciden, de mantener una relación que no se puede justificar además de agradarnos mucho, en un lugar donde eso no es suficiente.
Nos miramos y fingimos ser maduros y tranquilos, sin poder quitar la sonrisa estúpida del rostro, detenidos en medio del pasillo mientras nos saludamos. Es más pronto que yo a recordar los convenios sociales y se inclina para besarme la mejilla. Su olor siempre había sido muy fuerte, fresco, peculiar y aunque él me gustaba mucho, su perfume no.
-Hueles diferente. -digo, haciendo el esfuerzo porque sonara lo menos extraño posible.
-¿Sí? Es que cambié de perfume.
-Tenías un olor intenso. Sin siquiera verte podía saber que estabas allí.
Le pareció curioso, se sonrió más y con un gesto de la cabeza me alentaba a que le hablara más sobre ello.
Fausto llegó en medio del juego de miradas que tanto sabíamos hacer, peleando con un montón de llaves, libros y un café.
-Buenos días, maestro.
Le ayudamos a abrir la puerta, y los tres minutos terminaron.


La niña se parece mucho a Karla. Maricela, se llama, creo. Sus cejas, sus pecas, su mirada de fingido desinterés, su boca de pato.
-Oye, a ti te gustan mucho los chocolates ¿verdad?
No entendía la suposición, así que sin pensar en responder su pregunta sólo hablé.
-No ¿por qué?
-¿No? Ah, es que como tienes la cara llena de granitos pensé que era porque comías muchos chocolates.
Sus cejas, sus pecas, su mirada de fingido interés: su boca de pato con la que dice lo que tiene en la mente sin pensarlo dos veces.


-¿Alguna vez has besado a una chica?
Esa sería la primera de sus preguntas repentinas camino al trabajo. Y aunque él sea quien inquiera, soy yo la que se queda con la duda. ¿De dónde sacaste el tema? ¿Por qué quieres saber eso de mí? ¿Qué pasa por tu mente y tu percepción del mundo y de mí para hacer esas preguntas que a mis oídos sólo nacen de la nada?
-Sí. Varias.
-¿...Qué?
De poco a poco habla hasta preguntarme lo que verdaderamente quería saber, para luego intentar cambiar mi respuesta a una que pudiera aceptar, pero lo que en realidad me deja en la incertidumbre sobre el estado de nuestra relación es el gran silencio después de la explicación.
Es hasta dando la vuelta en Ezequiel Montes que retoma el habla.
-¿Y por qué no te pones emocional en los "días difíciles" de las mujeres?
De la pinche nada. De ahí salen tus preguntas, Naney.


Detenía el pintarrón con una mano y el cuerpo recostado en la duela cuando el chico  enseriando un poco la voz se dirigió hacia mí.
-¿Sigues reflexionando sobre eso?
-¿Huh?
Mi mano izquierda reposaba sobre mi vientre, la mirada sobre el techo, los dedos de la derecha deteniendo la tabla.
-No realmente. No ahora mismo.
Subimos todos a la duela mientras él daba las indicaciones de los ejercicios, los niños se quejaban del acondicionamiento físico, los maestros gemían disimuladamente y la pianista miraba al suelo contando las repeticiones.
Me dejé caer sobre un asiento, para pronto el chico se sentó junto a mí.
-¿,,,Estás segura que estás bien? Te noto algo... apagada.
Lo miré y sonreí.
-Tengo cólicos.
-¡Oh!
Inseguro sobre qué decir, pero seguro de saber no poder hacer nada, terminó con un "ya veo".
Pensé que era adorable, desde el día que escuchó mis preocupaciones de persona a un año de graduarse hasta el día siguiente en el que tomaría un tiempo para decir
"¿Y... ya no te duele?"


Art is by Takmaj. Con poca o nula relación al texto, sólo quería imágenes bonitas, y qué mejor que Maja Wronska.