miércoles, 30 de diciembre de 2009

Se me olvidó cómo leer.

Feliz navidad, gente, y un saludo.

Me gustaria aventarme un rollo acá bien chido de como la navidad es puro comercio porque hasta la gente que no cree en la natividá del señor la celebra porque si no uno se ve todo gacho, o de como los quiero mucho y luego alegar que estoy un poco ebria y por eso lo digo, pero la verdá pasare a cosas más patéticas sobre, mí :D

Hace algún tiempo, en la época de audiciones en la escuela, fui a ver la presentación de Gabyyy en el coro Crescendo y a Chelle (su hermanita) en el coro infantil (ve tu a saber como se llama), ese día me quedé a dormir en su casa, y, dado que había varios niños, decidimos jugar a verdad o reto, a fin de cuentas no podían preguntar nada muy náis.

Los retos y preguntas eran bobas, pero me las arreglé para que nos divirtiéramos sanamente (considerando que nuestras compañeros de juego no superaban los 10 años), y todo iba bien hasta que Chelle decidió dar un golpe bajo preguntándole a Gabyyy:

"¿Cuál fue el último libro que leíste y hace cuanto?"

VETEAFREÍRESPÁRRAGOSYNOMEJODAAAAAASSSSSSS

Me palpitó el corazón ¿Y si me hubiera preguntado eso a mí? ¡Triste mi respuesta!

"Crepúsculo, de Stephanie Meyer, hace 7 meses"


Shame on you, you little damn waffle of hell!

La verdad no recuerdo bien cuál fue la respuesta de Gaby, pero en cuanto a meses, fueron 4. Me sentí mal.

Pasó el mes y siendo honesta no hice un carajo por eso, hasta que, un día antes de la llegada de mi hermano a Durango, mientras limpiábamos, recordé la usual interrogante tras medio año sin vernos "¿Y qué has estado leyendo Fátima?".

Me paniqueé y comencé a buscar en toda la casa libros que cumplieran con los requisitos de no haber sido leídos por mí, no ser didácticos ni teóricos de la pedagogía; misión un tanto complicada, dado que me di cuenta de que a) casi no hay libros con estas características en mi casa y b) los que hay ya los leí.

Saqué de quiénsabedónde seis libros:

"Cuentos breves y extraordinarios" de Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares.
"Fuenteovejuna" de Lope de Vega.
"El hombre mediocre" de José Ingenieros.
"El rey viejo" de Fernando Benítez.
"El coronel no tiene a quién le escriba" de García Márquez.
"Cuentos de amor, de locura y de muerte" de Horacio Quiroga (me faltaban pocos cuentos para terminarlo, pero eso fue hace tanto que ya no recuerdo los que sí leí).

Seguía yo, dandome de topes con la pared cuando me llegó la revelación de cuál, de verdad, había sido el último libro que leí.

"Diario del dolor" de María Luisa Puga, hace 6 meses.

Bueno, ya me reivindicaré, pero mientras tanto ¿Me siguen queriendo aún si soy una ignorante que lleva medio año sin leer un libro?

miércoles, 28 de octubre de 2009

Pienso en inglés.

Para aquellos que no sepan y un carajo de masomenos cómo está mi vida en este momento, algunas oraciones:

Voy a clases de cocina.
No he cocinado nada que me guste.
Como las cosas que preparo en cocina sólo porque yo las hice.
Y sólo por eso hago el intento de tomarle gusto.

Presión. Presión por la maldita escuela.
Incertidumbre. Por la maldita escuela.
Acoso. De parte del profesor de solfeo hacia Gaby.
Amigos. Y una se llama Gaby (?)
Me dijeron que tengo talento.
Y se me olvidó lo demás.

Voy a clases de inglés.
Me gustan mis clases de inglés.
He estado usando demasiado inglés hablado y escrito.
Me he sorprendido pensando en este idioma.

Geez! I mean...

He estado más en contacto con este lenguaje no sólo por las clases, las conversaciones y las tareas. A eso añádale usted mi Tío Luis que vino de Estados Unidos, a Dux que le ha pegado por hablarme así, a Chia-kun que todavía no se anima a platicar en español y a esa espontánea gente que decide decirme "¿Estudias inglés? ¿Podrías traducirme/enseñarme/ayudarme/escribirme/decirme tal cosa?".

Dado que mis clases son de dos horas de lunes a viernes, hacemos cosas extra y lo ya mencionado, me he visto incluso haciendo mis típicos monólogos mentales en inglés. Y suenan bien. Y uso palabras domingueras.

I could even write this post in English. But, even though I don't like to eat nopales~

Me gusta hablarlos.

domingo, 27 de septiembre de 2009

¿Se supone que debe sentirse así al tocar?

Tuve una pelea con Talia en la semana posterior al curso propedéutico.

Dado que el profesor me había pedido una partitura libre, comencé ese lunes a ir a la escuela a practicar.

Tocaba y tocaba lo que podía de la pieza "Clover", pero en cierto punto olvidaba leer las notas y me ponía a recordar el pleito, dejando que mis manos tocaran mecánicamente.

No duraba mucho antes de dejar el piano y caminar ansiosa por el salón revolviéndome el cabello y masajeándome la cara mientras me regañaba por no concentrarme.

Tiempo después, al ensayar "Minuet in G minor" de Anna Magdalena Bach, y apropiarme de ese sentimiento melancólico que dejaban las notas, pensando en otra chica y en otro tema, noté algo extraño en mis sesiones de estudio.

Cierto dolor en la garganta.

Me habían dicho: "si sientes dolor en las manos, espalda o pies, deten el estudio y busca a un profesor para que te diga cómo practicar sin lastimarte"

Pero... ¿Dolor de garganta? ¿Qué tan estúpido puede ser llegar con Io y decir "Pasa algo raro cuando toco... Me duele la garganta"?

Pensaba que era únicamente esa pieza o que había consumido suficiente harina como para alucinar, pero comenzó a pasarme con el Minueto en sol mayor. ¿Qué diablos? Pero si esa pieza está toda alegre...

Se siente como cuando reprimo una emoción o callo algo que ansío decir.

Quizás es un aneurisma. Ya ven como están de moda.

Waffle Off.

viernes, 3 de abril de 2009

La rápida y útil tecnología.

Y que llegamos a la casa de Leo.

A jugar se ha dicho... O por lo menos hasta que se cargue el remoto del Wii. ¿Ven por qué no me gustan esas tiznaderas? Por eso y más razones...

Decidimos pasar los canales de la televisión mientras esperábamos que el foquito cambiara de rojo a azul, tardase lo que tardase, se abriría nuestra sesión de Brawl...

El ambiente estaba tenso. El dueño de la casa ocultaba su cara en el gorro con una mirada triste y una mandíbula apretada; no se podía adivinar si era tristeza, impotencia, enojo... O indigestión. Lo que fuera, la chica a su lado, respondiendo al título de su novia, no estaba mejor.

Que honestamente se apagaron los ánimos hasta que escogimos ver una película que a la novia parecía gustarle. Sabrá Dios en qué momento el novio se alejó.

Y comenzamos a verlo. Y terminé yendo con el novio, a escuchar penas.

Regresamos.

Pero ahora la novia me solicitaba ahí.

Sopas...

Pues que vamos a la tienda. Pues que órale. Pues que vamos. Pues que me cuentes qué pasó.

Y hablamos. Nos arranamos en una esquina, y ahora era el turno de la novia desahogarse. Madres... ¿Pues qué está pasando? Díjeme a mí misma.

Y nos dijimos a ambas, en cuánto un señor caminaba tambaleándose para dar la vuelta en una esquina. ¡Y madres! ¡Suelo! Cabrón, se vio bien ojete... ¿Estará borracho? Bueno, entonces, me decías... Ah, sí...

Y el hombre ahí estaba, tirado, con un madrazote en la mera choya, y nosotras viendo de lejos, pensando en lo prudente de ir, en caso de que hubiera ingerido un loquesea, ya ven que ni es común en estos días...

Pero empezó a convulsionarse. ¿Pues de cuántas se habría hechado...?

Y que llega un carro... "Ah, chavas...", "¿Eh?", "Ahí pueden llamar a la cruz roja que vengan por él, es que no tengo celular.", "Ah, bueno, pues sí, ahí hablamos..."

Nos acercamos al sujeto, y la novia me dio el celular ya marcando a la so bendita Cruz Roja. Oiga, estamos en tal lugar, y, pues... que tenemos aquí un señor que se cayó y se pegó en la cabeza y está muy mal, los de un carro nos dijeron que llamáramos. ¿De un carro? ¿Está inerte? ¿Cómo era el carro? (No debería de venir por el 'ñor primero?) Ah, no, no está muerto. Ah... (Sí, cabrón, hágase el que le vale madre, que al cabo nosotras lo levantamos y lo llevamos a su casa, pendejete...) ¿Entonces puede venir una ambulancia? Ah, sí ahí la mandamos.

Pero no falta la metichez de las señoras que toda su vida han soñado con que algo así les pase para utilizar todos los conocimientos que Doña Televisa y las novelas les han dejado. Y llegaron, poco a poco, en las cuatro esquinas la gente se aglomeraba, expectante, pero nadie se acercaba.

Obviamente una señora no podía pasar sin hacerse la heroína, y empezar a moverse. Alguien háblele a una ambulancia, y mueve al señor y le pregunta cosas...

Todo el mundo empieza a sacar celulares, con una cara de "Ya chingué, ya tengo que contar 'pá mañana". Pues ¿Adivinen qué, zoquetes? Ya hablamos. Pues que hablen otra vez. (Ay, señora...). Hablamos. Dijeron lo mismo.

Se irán a tardar mucho? Qué pasó? Yo creo que se cayó. Se cayó? A lo mejor y tiene epilepsia. Bla. Bla. Bla.

La novia fue por el novio y se pusieron a hablar afuera. Mientras su servidora se encargaba de mirar nefastamente a la gente con un "No sabe no pregunte, no afirme ni asuma".

Tras media hora de LO MISMO. La ambulancia llegó. Por supuesto, la exasperante mujer decía que ya se las sabía de todas a todas. Ella lo había visto... O bueno, tal vez no todo... O bueno, tal vez nada... O bueno, tal vez suponía.

Lo contamos. Y la señora, por supuesto, repitió lo que dijimos diciéndolo como si ella lo hubiera vivido en carne propia. Nos fuimos a la casa, que cuando nos dimos cuenta hasta de noche era. No sin antes que se me salieran algunas verdades sobre los chismosos que llegaban. Puaj. Llegamos. La película se estaba acabando.

Y el control todavía no se cargaba.


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