domingo, 29 de marzo de 2015

Musereando en domingo de ramos

Mamá y Papá llegaron el sábado al Querepueblo, así que el domingo salimos a turistear. Para mi padre y yo fue un domingueo relativamente normal, pero añadiendo la presencia de mi madre algunas cosas cambian, como el hecho de que anduvimos desde las once de la mañana hasta las seis de la tarde en la calle. Fuimos a ver muebles y ropa, porque mi madre tiene la afición de llegar a la casa y encontrarle necesidades (por ejemplo, yo vivo sola y hay cuatro colchones y una colchoneta en mi casa, porque es INCREÍBLEMENTE NECESARIO cuando visita la familia, ya saben, dos semanas a lo sumo. Por año.) y se le pegó que quería una estufa nueva.

domingo, 8 de marzo de 2015

Liebster Award



Tres monísimas personas me nominaron al Liebster Award. Me conmueve mucho que piensen en mí para estas cosas, que normalmente son para conocernos mejor: gracias~

Sin más, aquí el bonche de preguntas a responder~

domingo, 1 de marzo de 2015

El lugar que te está esperando

Fuera de la línea principal de juegos, la variable en común entre los mundos del Silent Hill son las representaciones de la ciudad como el propio infierno del personaje. Cada temeroso recoveco de la mente de la persona a entrar al pueblo será descubierto, desmenuzado, deformado y aumentado, volviéndose un recordatorio físico de aquello a lo que no podremos escapar nunca, toda la podredumbre que se descompone en nuestra mente.


En lo personal no puedo evitar ver ese lugar como una terapia obligatoria, una en la que no importa cuánto niegues tus problemas resurgirán en forma de fichas horribles criaturas; lamentables, temibles: fatales. Si quieres sobrevivir la negación no será la manera, ni culpar a otro o mantenerse estupefactos por el shock: Silent Hill tiene un historial larguísimo de personas que creyeron que podían seguir su vida fingiendo que no pasaba nada, que los monstruos no eran reales, que si se escondían o esperaban rescate sería suficiente. Para sobrevivir hay que hacer algo, y, desventajosamente -para la propia comodidad-, ese algo es enfrentar la basura mental.


Negación. Como la que te gusta~

En ese aspecto la ciudad es más amable que el psicólogo al que claramente deberías estar viendo (o que si ya estás viendo deberías cambiar por el poco progreso): te dan una escopeta y un tubo de metal oxidado para golpear todos tus traumas, mientras lloras, rabias y descargas lo que traigas dentro.

Al ver las historias de los personajes que sufrían el estar varados en la colina infernal, me sentía mal por ellos, sus tragedias, la manera en la que los demás los trataban, pero a medida que avanzaban me daba cuenta de que ninguna de esas cosas caía sobre ellos por ser mártires, y si bien no podía decir que eran malas personas que se lo merecían, estaba segura de que ellos mismos habían creado ese infierno propio.







Me acordé de ti. Pensé en todo lo que verías allí, me imaginé cómo sería si lo vieras en esa perspectiva, en la que te enfrenta a la realidad. Por un momento quise que fueras, a tener la terapia de tu vida.

Me ha dado por soñar con nosotros. Lo sueño a él, en nuestra casa, bienvenido, invitado, a todos hablándole, queriéndole: invalidándome. Es pesado, saber que nadie me cree, que a nadie le importa, que todos lo hacen menos, pero yo sí me creo, y me rehúso a dejarme derrotar, aunque no cuente con ellos, quiero salir, aunque en vez de aire respire miedo.

Despierto, confrontada por mis propios sentimientos, por los temores de mi psique.

Todos tenemos nuestro propio pedacito de Silent Hill.