jueves, 4 de julio de 2013

I hate to abuse an old cliché, but

Te levantas. La voluntad de hacer ejercicio se reduce con tus horas de sueño, así que sólo te paseas en pijama hasta llegar a la cocina y preparar el desayuno.

Abrir el refrigerador sólo te hace pensar en todas las decisiones de tu vida que te han guiado a este punto de vacío. Anotas mentalmente las cosas más urgentes, los limones primero, obviamente.
Es desagradable no tener comida, pero más desagradable ver cómo cada vez faltan menos horas para entrar al trabajo.

Te bañas y dejas de lado toda la ropa bonita para usar una camiseta y pantalones de mezclilla que terminarán apestando carbón: no hay shampoo.
Te amarras el cabello lo mejor que puedes, y aunque no es tu costumbre, te maquillas. Terminas y enciendes la computadora, juegas, con ella y con los gatos hasta que es hora de comer.

Tocan la puerta.

Finalmente, después de casi cinco semanas de haber huído con el dinero llega a poner el portón de la casa. Bueno, a sus palabras "una parte". Piensas en como hay gente incompetente, pero que prefieres que se calle, lo ponga y te deje comer.

Llegan las cuatro y tomas aire. Al principio era difícil pensar que no ibas a llegar a la casa hasta las doce de la noche, pero ahora sabes que los animalillos te esperan en la puerta cuando llegas aún si es pasada la medianoche, y se siente bien: es una parte del día que te gusta.

Vas al trabajo en una pequeña fondita de comida poco saludable. No hay gente, casi nunca la hay, así que cuando terminas de limpiar las mesas y acomodar los ingredientes, te sientas a esperar (es en lo que consiste, la mayoría del tiempo, tu trabajo). Tu jefa llega, con esa inestable personalidad ansiosa suya a decirte que cuides el carbón. Ambas lo miran: está casi apagado. No entiendes bien qué sucede, pero ella se va sin hacerle nada. Pasa una hora y media sin hacer nada cuando llega un cliente. Tu jefa te pide los ingredientes y sigues el protocolo. Ella te acorrala en la cocina y estalla con una respiración agitada y manos temblorosas. "Te dije que me dijeras si faltaba carbón", su esposo se acerca y le pide que se calme, pero ésta sólo se rompe más "¡Ese pedido va a tardar más de una hora en hacerse!", lo único que logra hacer es alterar a su esposo y ambos lucen derrotados, con lágrimas de impotencia en los ojos, con el semblante de una persona que se queda sin opciones.

En realidad el pedido sale en quince minutos, pero pronto llega otro par de clientes.

La mujer parece que apenas sobrevive y se acerca a ti con susurros amenazadores hablándote del tomate, de la carne, de los panes, de como todo va mal. En el correteo un pedazo de tu flequillo se desata, sólo para traer más estrés a los hombros de una persona con un nivel bajísimo de tolerancia a la frustración.

Cuando finalmente termina, tu jefa parece necesitar gritar, golpear algo y echarse a llorar, y tu estás en lo más bajo de la pirámide.

Has notado que ella encuentra una satisfacción masoquista al llamar las cosas por adjetivos "sucios", quizás porque la hace sentir que tiene altos estándares de limpieza. Este hábito no tarda en hacerse notar al ponerte en la cara un recipiente con tomates aparentemente inmundos, además de decirte que no vienes a ninguna fiesta para tener esos pelos asquerosos cerca de la comida y los repugnantes trapos que usabas para limpiar las mesas.

La letanía debió durar algunos cuarenta minutos. Repitió algunos puntos, añadió otros que notó en otros días  y sumó algunos que pudieran pasar en un futuro. No te habían regañado así en meses, y nadie además de tu madre. Mientras ella habla una parte de ti quiere que todo termine de una vez; otra que debes ser un adulto y fajarte los pantalones y aguantar.

Finalizó diciéndote que a su negocio le iba mejor antes de contratarte. Piensas que te va a despedir. No te importa.

En el calor de la discusión se dirige a su hija, una chica de tu misma edad y le dice que se ponga a hacer algo, que no quiere más huevones en su casa.

Cuando terminas de hacer lo que te pide te das cuenta de que son las ocho. Temes que se terminen las cosas qué hacer además de los clientes y que vuelva a tacharte de inútil.

Tu jefa sale de la casa, sonriente, te pregunta si no hay clientes, te dice que le gusta que las cosas estén limpias, te vuelve a hablar con motes lindos y entra de nuevo a la casa.
Piensas que hay muchas maneras en las que la gente la nombraría, pero tu sólo escoges "inestable".

Un par de horas y clientes después, termina tu turno, recoges y limpias para luego ser despedida con un "adiós, muñequita".

Reflexionas mucho. Antes, cuando tenías un mal día, sólo te encerrabas en una burbuja y evitabas aquello que te causaba problemas hasta que tuvieras una solución. Eres un adulto ahora, y hay cosas que ya no puedes hacer. Al día siguiente, a la misma hora, vas a volver al trabajo, en el mismo lugar, con la misma jefa, y es algo que ni haciendo cien rabietas vas a cambiar. Actúa, aguanta los golpes y levanta la fren...

Levantas la frente y ves la media reja puesta, con un montón de escombro tirado y la caja de los fusibles abierta.

Entras a la casa y tocas el interruptor del foco. Nada. Ni luz, ni gatos.

Tu celular suena con el temible timbre que indica la batería baja.

Son las doce de la noche y la única persona que conoces en la ciudad está dormida y con todos los teléfonos apagados.

Piensas en hablarle a tus padres, pero es lo mismo.

Entras de nuevo, y finalmente los gatos bajan a ver qué sucede. Decides usar la poca batería de tu celular y le hablas a tu mejor amigo.

Bajo sus instrucciones revisas la caja de los fusibles, pero la operación es difícil con una mano y en la oscuridad.

Te tumbas en el sofá y lloras y ríes en el teléfono hasta que la batería finalmente termina.

Y te acuerdas de cierta canción.


4 comentarios:

  1. DIOS !! y yo que creía que mi día había sido horrible , aunque uno sea adulto de verdad que no es de dios soportar a gente así , suerte espero y se le quite lo bipolar a tu jefa .

    Me gusta tu template tu hiciste la muñequita? esta preciosa .

    Te mando un super abrazo de oso para que se te olvide un poco el mal rato C: , byebye.

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    1. Duró una semana! Me corrió porque no tenía dinero para pagarme. No manches mi motivación de todo era el hermoso dinero y todo valió un pepino u_u

      Annnnda ganas tengo de dibujar así.
      Gracias por el abrazo p.q

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  2. Lo comencé a leer en mi servicio social, y ya tuve tiempo de terminarlo. Me encantan tus historias, son muy reales y te vas contextualizando además de identificarte con el personaje.

    Al final pensé "a hard day"

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    1. Gracias u///u es la magia de la segunda persona, parece que le hablan a uno.

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