martes, 6 de enero de 2015

Un día primero te moriste

Cuando la gente se muere, los inmediatos días ha de guardarse un respeto superior al que se les haya dado en vida. Es como decía Chava Flores "Cuando vive el infeliz '¡ya que se muera!' y hoy que ya está en el beliz '¡qué bueno era!'". Los muertos son intocables, aunque de nada les sirva ahora que ya no están. Son chapuceros, y asustan: intimidan con su condición. "Y te va a pasar a ti". La gente le teme a los muertos porque en realidad le temen a la muerte, si el siguiente podría ser yo, si estoy listo, si dejaría algo pendiente, si es que allá a donde vaya cuando muera me van a tratar peor de cómo me trataron aquí, o de cómo yo traté aquí.

Y la verdad es que cuando estabas vivo, entre los otros vivos tenías fama de culero, y te la habías ganado, y no te molestaba. Con orgullo te pavoneabas entre los pasillos, golpeando la espalda de los compañeros que te agradaban, lo mismo que te reías por lo bajo de los que no. Te escuché en ocasiones bajar a inútiles y pendejos a personas que yo respetaba y admiraba profundamente, oí los insultos, personales y profesionales, para después saludarlos con un abrazo y decirles un halago.

Varias veces me pegaste, nunca demasiado fuerte, siempre excusándote en el ejemplo de lo que yo debía de hacer. Otras estallabas de coraje y golpeabas la mesa gritando "¡puta madre, que no!", si veías a alguno de los chicos tocar la puerta y no entrar directamente carcajeabas diciéndole desde el otro lado "Pásale, pinche maricón. ¿para que tocas la puerta?". Fue en ese mismo cuarto que lloraste frente a mí cuando aquella chica que era mi compañera, pero también tu esposa cayó de unas escaleras. 

Quedará en mi mente el día que llegaste mariguanísimo a darme clase, pues siempre lo hilé a cuando me dijeron que te habían arrestado por posesión de drogas.

Cuando falleciste no oí nada. Dos días después me llegó como un chisme inconfirmable: nadie decía nada. Tres días después de tu muerte una persona te reconoció oficialmente con un "descanse en paz". No hubo discursos, líneas emotivas o recuerdos inspiradores.

Murió un buen músico. Tal vez no una gran persona, pero sí un pianista capaz.

Aprendí de ti, del músico bueno y del hombre con fama de mamón.

Lo mío son más párrafos, si bien siguen sin haber discursos, líneas emotivas o recuerdos inspiradores.

Descansa en paz.

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