domingo, 20 de octubre de 2013

De dos a uno

Desde que mis gatos llegaron a mi vida los contaba como paquete. Los dos tenían que dormir juntos, comer a la misma hora, estar en el mismo lugar, y si uno iba al baño, pues de una vez que fuera el otro. Poco a poco me hicieron saber mi error al rebelarse como seres independientes, y aunque fue difícil comencé a entender que eran dos pequeños individuos diferentes.


A pesar de haber nacido de la misma madre en la misma camada, Panquecito siempre fue más pequeño; nuestra teoría es que recibió poca leche de la madre, y lo reafirmamos por su constante perseguir del costado de su hermana al dormir, como buscando una tetilla para mamar. Su pelo no creció tan suave y bello como el de su hermana, y su cara era torpe como sus acciones; se volvió un desmadre al crecer, un rebeldillo que se harta de ser agarrado más de diez segundos, y sin embargo de los dos es quien más pide mi atención y necesita que lo acaricie por lo menos tres minutos sin parar.



A la hora de comer se empaqueta lo que sea, adora el atún, le ruñe a las cosas que no puede masticar y entre otras cosas se devora la lechuga, gusto que su hermana no comparte.

Por un par de semanas, cada vez que me escuchaba practicar en el piano se recostaba a mi lado y dormía hasta que terminaba, y de los dos, es quien siempre ha disfrutado más dormir cerca de mí, desde que llegó a la casa y dormía en mi cuello, en mi cintura cuando veía series en la computadora o en mi almohada algunas noches.




Cuando era pequeña, Galletita era una diabla, siempre corriendo de un lado a otro; fue la primera en aprender a subirse a la cama y a los sillones, pero en cuanto fue creciendo se tranquilizó, y ahora juega moderadamente. Aunque le quedan todavía dejes de travesura cuando juega con Maromi o se avienta a los cordones de las cortinas y se balancea de un lado a otro hasta que las desata, a veces, aún después de que el cordón caiga al suelo, sigue haciendo malabares que sólo la espina dorsal felina y los músculos entrenados de un acróbata del Cirque du Soleil podrían hacer.


Al principio era bien nena para comer algo que no fueran croquetas y los corajes que me daba que me dejara la carne que había traído sólo para ellos. Ahora ya a fuerza de trancazos y porque no siempre podemos conseguir croquetas ingiere comida "normal", le gusta particularmente el huevo. Ya se ha llevado sus regañadas por quitármelo del plato cuando no veo.

Ese horrible día en que Panquecito se echó una silla encima y tuvimos que verlo inconsciente sobre un charco de sangre, Galletita lo rodeó muy poco alarmada, y cuando llegué del veterinario ni siquiera lo volteó a ver, volvió a las travesuras y energía que hace tanto no mostraba, jugando a mi alrededor mientras lloraba en el piano.

A la hora de dormir, Galletita escoge un lugar lejano en el espacio en el que estemos, pero nunca que no podamos compartir calor. Cuando duermen en las tardes, separados, invariablemente se buscan en sueños y terminan acurrucados juntos.

Los conozco como a personas, sus maullidos, sus miradas, su manera de acercarse a mí, entre ellos o con otros, y ellos a mí, saben mis horarios de salida y llegada, mis órdenes de alejarse de la comida o regresar a la casa. En mi vida normalmente solitaria, son mi silenciosa compañía, y aunque es algo que las personas cercanas a mí o mi familia no puedan entender, sé que cualquier persona que tenga un gato y lo quiera, lo comprende.

Panquecito se fue. O se lo llevaron. El caso es que no está.
Lloré mucho, pero ninguna de mis lágrimas lo trajo de vuelta. Quién diría que llorar no lograba nada.
No han pasado dos días y siento un vacío.


Mi perrito se ha perdido
de orejas y espalda blancas
siempre solíamos estar juntos
Con lágrimas en los ojos
vivo el día a día
Por favor, rápido, vuelve a casa...
Incluso si llueve o hace viento
prometo sacarte a pasear...
Por eso, rápido, vuelve a casa...

Hacía alrededor de diez años que no tenía una mascota, así que cuando conocí "Wo qui non coin" no entendí cómo se sentía, pero sabía que no quería sentirlo.

Es una pena saberlo.

4 comentarios:

  1. Oh, no! Panquecito! :( En verdad lo siento mucho y te acompaño en tu tristeza. Siempre veo las imágenes que subís de los dos juntos y me acostumbré tanto a ellos y llegué a qurerlos tanto. Cada vez que contabas alguna de sus travesuras terminaba con una sonrisa en mi cara. De verdad, muy de verdad, lo siento muchísimo,
    Yo también tengo mascotas y los amo un montón. Ellos son parte de la familia y son mi compañía y recibidores y dadores de cariño más grandes. Ellos tienen su carácater, pero siempre están para vos. Para pedir un mimo o recibirlo (aunque sea a regañadientes). Y son, más allá de todo, nuestros mejores amigos y guardianes de secreto.
    Mucha fuerza y espero puedas sentirte mejor pronto. Recordá que aún tenés a Galletita para apoyarte, y aunque no es lo mismo (jamás lo será, cada uno de ellos es especial a su manera y jamás serán un remplazo el uno del otro), ella va a ayudarte y animarte ^^

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  2. Te comprendo tanto... He pasado por lo mismo con varias mascotas, y realmente tengo miedo del día que mi perrita se vaya :3 No me gusta pensar en eso...

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  3. Los gatos son survivor Fátima! D; es muy raro que uno se pierda. Tengo mucha fé en él y en tí y que aún puede volver. Mucho mucho ánimo, que entiendo muy bien ese sentimiento de familiaridad con un animalito

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  4. Awwww yo no se que haria si mi bebe neshiro desaparece!!! Es mi segundo gatito en toda mi vida! La verdad tuve muy mala suerte con mi primera gatita que a neshiro no quiero ni que le de el sol!!! Es mi mejor amigo, mi bebe mi todo! Enserio te entiendo y espero de todo corazon panquesito regrese pronto! Igual y anda de coqueto con una gatita y despues volvera.Tengamos la mente positva en que asi sera.Animo!

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