sábado, 5 de noviembre de 2016

CoralCún '16~

Uno de los eventos para los que más me había preparado en el trabajo era el objetivo del proyecto éste año: Ir al Congreso de Coros CoralCún. 

Ahora bien... Para ir... hubo unos problemillas y yo ya estaba con los brazos cruzados sacándome los mocos en una esquina diciendo BUENO, PUES, YA NO VOY, pero luego me hicieron entrar en razón y dijeron "¡pero te esforzaste tanto!" Y dije, pues ya qué, así que, cosas fueron hechas y fuimos~





Cualquier persona que medio me conozca sabrá que a mí no me gusta la playa. El calor, la gente, el agua salada, la arena en los pies, quemando, quedándose entre los dedos... Nopppe. El mar en sí me gusta, es bellísimo, además de que sus criaturitas me aterran y asombran magnificamente, pero la playa no es algo que disfrute, sin embargo, viajar con 33 niños significa ir a la playa y pasar rato allí, así que tuve tiempo para hacer las paces con ella.




El hotel era bien chido y teníamos pulseritas de todo pagado, así que terminamos todos engordando terriblemente porque había comida a lo estúpido c:

Pero, claro, no íbamos de vacaciones, teníamos curos en la mañana en donde montaríamos piezas para un concierto que se daría al final de la semana, además de prepararnos para tener conciertos todos los días.



Invité a Jess (la que todos amamos y deseamos regrese a blogger pero nunca lo hará~ 8D), y logró ir al último concierto, en el que cantamos nuestro repertorio, el montado en el curso y además con un mariachi invitado.

Tomamos la oportunidad para abrazarnos, tomarnos fotos y amenazar con volvernos a ver, además de la Nacional, claro~


Foto robada del instagram de Jess~

Cuando terminó todo los organizadores nos llevaron a turistear. Fuimos a Chichén Itzá y a un cenote.

Uno de mis recuerdos más bellos de la vida es haber subido tantas ruinas pude en mi infancia, así que cuando supe que ya no se podía subir no sabía si querría volver y tener feels de no poder revivir esos recuerdos, sin embargo los feels fueron más bien de ver el lugar tan... pequeño a comparación de la inmensidad que yo veía cuando mi cuerpo apenas medía 120 centímetros, lo largo que me parecía caminar de edificio a edificio, y de repente verlo todo sólo un poco menos impresionante. Aprendí cosas, por suerte no hizo sol y saqué fotos bonitas... de otras personas.




Fuimos a comer la sopa de lima más deliciosa de todo el viaje, compramos algunas cosas y finalmente nos dimos a la tarea de llegar al lugar que tanto había esperado: el cenote.






Estar en el cenote fue... sublime. 
Tuve toda una crisis adentro de mí. Lo profundo de ese lugar, lo pequeña que era, mi instinto de supervivencia, el miedo, el pertenecer a algo más, la nada. No pude saltar de las escaleras, y fue muy extraño porque al estar frente al agua pensé "¿por qué tendría que estar aquí? ¿por qué debería hacer esto?"; creí que era una experiencia que quería tener, pero luego pensé que ni la necesitaba ni la deseaba.

Ya veremos si algún día cambio de opinión.

El último día fuimos a buscar recuerditos y hacer compras. Yo quería comprarme blusas o vestidos "típicos" mexicanos, de esos que consigues en cualquier lado, pero que sólo dan ganas de comprar al estar en una ciudad ajena, sin embargo los precios me lo impidieron y decidí sólo llevar recuerdillos felices.




En general creo que fue un buen viaje, aprendí cosas sobre varios temas, además de que estreché mis lazos con los niños, los que ya tenía y algunos que fueron creados allí mismo. Espero volver, sin niños ni trabajo, sólo a ver lo bello de la vida (osea Jess 8D).

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