domingo, 12 de junio de 2011

Olvidando algo


Ayer sábado estaba supuestamente reservado el auditorio de la escuela para que los alumnos de piano estudiaran de 10 a 4, pero yo llegué a las 12, porque es mi día de asuntos del hogar; mi madre me mandó a la escuela y me dijo que olvidara por ese rato lo de la casa: no había nadie.

Pedí que me abrieran el lugar cuando llegó Chochito, pero no pudimos tocar realmente nada porque llegó el profe Massimo a quitar(me)nos.

Chochito se fue a sus clases de francés (las dan ahí mismo en la escuela) y yo usé un cubículo para estudiar. No duré tanto, porque lo que yo quería era usar el piano del auditorio, en el que íbamos a audicionar (está todo suavecito <3~).

Cuando salí vi que habían por fin más personas, reuní a todos y nos organizamos para hacer un ensayo general (aunque sólo éramos cuatro personas).

Rubén y yo, los de mayor grado en ese pequeño grupo, ayudamos a nuestros kohais con su primera audición, antes de seguir nosotros mismos.

Subí y toqué.

Ciertamente, creo que Bach y yo nos llevamos mejor *habla de los compositores como si se conocieran por el grado de dificultad que le causan sus piezas*, pero mi fantasía de Mozart... Argh, debo estudiar más, ese allegretto me está costando de veras. Estuve sinceramente decepcionada de mi En reve (lo siento, no puedo poner el acento) de Liszt; ésta es la pieza que mejor me sale de todo mi repertorio, y fue triste que me fallara mi memoria y la frustración me impidiera seguir como es debido. Siglo XX, a excepción del estudio IV de Ligeti, bien.

No estaba cerca de estar satisfecha, pero no estaba realmente decepcionada.

Fue hasta que vi tocar a Rubén que entendí esa indiferencia, sus movimientos, su cara, sus respiraciones a cada modulación, las frases que le gustaban, el cambio de piezas: lo disfrutaba.

Y yo no.

Por concentrarme en lo que sea que estaba pensando ni atención le puse a lo mucho que me gustaban mis piezas. Tras hablar con Kevin (Chocho) y Rubén me di cuenta de que lo único que trasmitía era mi enojo-decepción cuando me equivocaba y la resignación de tocar las pocas piezas que no me gustaban.

Me decepcioné momentáneamente, pero luego pensé, Oh, bien, si ahora sé lo que estoy olvidando, tengo tiempo para recordarlo.

Es ridículo sentirme mal por no haber disfrutado algo, el único remedio es, ahora, sentirse bien.

No hay comentarios:

Publicar un comentario