domingo, 14 de junio de 2015

Suspira y sigue


Tuve la peor audición de mi vida, con el peor repertorio, en el peor momento. Fue un insulto a mi capacidad, a la persona que me lo pidió y a las personas que se suponía ayudaría. Avergonzada, bajé la cabeza y caminé detrás del escenario antes de irme, sin escuchar la opinión de la maestra encargada, sólo un obligado "gracias" y comentarios de los sordos padres de familia, pensando en el mal presagio que significaba la primera presentación de la ocupada temporada de audiciones.

Pensé en aventarme al delicioso drama como es mi costumbre, pero el real fastidio que me daba volver a fallar miserablemente en mis audiciones de fin de semestre de piano me hizo encender un foco de alerta y dedicarme esas últimas dos semanas a practicar como Jesusaurio manda. Debía tocar todo lo que no había tocado y más.

Hice lo que pude, usé días enteros para sacar las piezas de acompañamiento con los cantantes y otros para memorizar las del recital de piano; dejé los videojuegos, las salidas ocasionales y a medida que pasaba el tiempo, más y más cosas surgían entre las prácticas profesionales, el trabajo, la escuela y mi salud, que daba tropezones cada dos días.

Los días importantes llegaron, de ensayos generales, montaje, últimas revisiones y, finalmente, audiciones. De alguna manera libré las cosas del coro y cantantes, pedí demasiados días libres en el trabajo que apenas voy recuperando e hice mi audición final de piano.

Me senté y tardé en comenzar. Recordé a César: "Bach siempre nos chinga a todos". De alguna manera lo terminé y empecé con Haydn; fue mediocre, nada especial, con accidentes y reinicios, pocos matices y menos emoción de la usual, pero terminé. Luego, Schubert. Tomé aire, miré las teclas, repasé mi memoria y toqué. Tuve nervios, tuve miedo, pero luego recordé que me gustaba, que lo quería, por suerte eran seis minutos y varias repeticiones, y lo disfruté, sonreí, golpeaba los fortes, acariciaba los pianos, pisaba la corda al inicio de los cambios armónicos del primer tema, soltaba el pedal en el último tiempo de la secuencia del segundo; me aseguré de soltar la energía de las manos para no lastimarme, de dejarla en los puntos clave, de mover los codos para tener un mejor sonido, de quitar el pedal el último juego de acordes para que no se embarrara, y de dejarlo todo en los últimos staccattos fortísimos: un V y un I.

Me bajé con una estúpida sonrisa en la cara, sólo para temer por mi trasero media hora después, con la mirada de ciervo de la maestra que me llena de escalofríos.

Esas dos semanas me probé a mi misma de qué cosas soy capaz, qué malos hábitos me urgen atender, y qué cosas puedo mejorar. Hice una lista de lo qué debo tomar en mente y cómo quisiera manejar ahora mi tiempo, y aunque he reconocido mis errores, la única cosa que no encaja es: ¿por qué se sintió tan bien, si es que fue tan aparentemente malo?

4 comentarios:

  1. Que puedo decir, sólo muero por escucharte tocar un día. Tal vez, sólo tal vez, se sintió tan bien porque te has demostrado a ti misma lo maravillosa que yo sé que eres.

    Te echaré mil porras donde sea que esté

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    1. Aww, Lena, te mereces todo el amor que tienes y más~
      Muchas gracias por tus porras~ Espero algún día subir algún videín para que me escuches~
      *abrazo*

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  2. If I may ask, que pieza de Schubert estabas tocando? Schubert es de mis favs. en este mundo, aunque yo sea una plasta * u*
    Todo lo que quieras mejorar, sé que lo harás y lo harás bien, ten paciencia para ti <3 <3 mucho ánimo <3

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    1. Impromptu en Eb, Op. 90 No. 2 de Schubert~
      ¡Paciencia! Gracias por tus deseos y por esa confianza ; v ;

      Saludos y un abrazo~

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